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El cielo aborregado, una tupida lluvia de confeti que pintó la tarde de colores  y los alegres sones de la banda de música La Mazatleca, despidieron al artista del oropel que dio fama al Carnaval de Mazatlán a través de sus carrozas reales.Previo a la sepultura,  el Instituto de Cultura de Mazatlán ofreció un homenaje de cuerpo presente en el Teatro Ángela Peralta.
Las puertas del máximo recinto cultural de la ciudad se abrieron minutos antes de las tres de la tarde para despedir al admirado y   aclamado personaje del Carnaval porteño. 
Flores blancas,  un retrato de Rigo y dos Pierrots haciendo guardia al féretro colocado al centro del escenario, dieron la bienvenida al público durante la ceremonia que aunque triste se tornó alegre al ritmo de los Papaquis,  la música con la que Rigoberto Lewis solía desfilar cada año junto a la carroza de la Reina.
El primero en hablar fue el Cronista de la Ciudad,  Enrique Vega Ayala.
 Recordó que a partir de1960 el talento del Dr. Rigoberto Lewis se impuso en el diseño de los carros alegóricos con sus formas preciosistas, de molduras casi arquitectónicas cargadas de un singular  barroquismo decorativo.
Rigo Lewis fue personaje clave para sacar el Carnaval de Mazatlán del nivel de una fiesta regional a una fiesta de reconocimiento nacional e internacional, señaló el maestro Vega.
La permanencia de Rigo Lewis en la confección de las carrozas y buena parte del resto de los carros, de manera casi ininterrumpida durante 55 años, hablan del enorme reconocimiento social que gozaba gracias a la aceptación casi unánime de sus obras efímeras en el gusto popular.
El aplauso que año con año el público le ofrecía al paso de la carroza de la reina del carnaval es prueba incontrastable del aprecio generalizado por su trabajo artístico. Hoy, es indiscutible su legado: un estilo irrepetible que hizo época y que se considera como el propio de nuestro carnaval.
A su vez, Juan José Rodríguez,  Premio Mazatlán de Literatura, contó varias anécdotas de su amigo Rigo; como cuando le preguntó a Rigoberto cuál era su recuerdo más antiguo y el carrocista le contestó que su bella infancia en Guaymas.
Juan José habló del amigo, de la persona y la pe

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