Volver arriba

De pie, un Che Guevara tropicalizado espera los fuegos del combate naval para fumar su cigarro, una voluptuosa y sonriente negra de vestido rojo está tumbada de nalgas, otros con vistosos antifaces reciben generosos baños de barniz para que sus colores chillen más, y también hay manos, pies y cabezas desmembradas en espera del engrudo, papel, la madera, tornillos, una lluvia de manos que les den vida y los manden al paraíso prometido: el malecón, las luces de Mazatlán los esperan.Gerardo, Wendoline, Francisco, José Gabriel, Vicente, Adela, César, Daniel, Jessica, Cristian, Martha, Javier, Tomás, Mario, David, ellos y muchos más han trabajado desde hace dos meses, en Monterrey y Mazatlán, en la elaboración de estas figuras. Sus camisas, pantalones, gorras, sus manos, son un lienzo multicolor revuelto.
David dice que muchos de estos cuerpos con esqueleto de alambrón, carne de engrudo y papel,  son ensamblados en la Sultana del Norte; en el puerto se han construido otras figuras, el hule espuma está siendo cortado, hay lijas retorcidas, soldadura, astillas de madera que delatan un trabajo ininterrumpido, agotador y apasionante, el parto de 14 gigantes de cerca de 500 kilos y de ocho a diez metros de altura.
“Quiero salir bonito, hagan una toma perrona, te encargo”, dice uno de los obreros y le saca una carcajada a la cuadrilla que lo acompaña. Ellos se dirigen a la primera locación, el Valentino’s,  junto al lado del Monumento a la Familia, en donde “Jazz en la Sangre”, un sonriente negrito con sombrero de bombín azul, camisa blanca a rayas, pantalón color de sol y bastón con punta de diamante se erigirá como el primer titán que anuncia la llegada de Litoralia, La piel del mar, el Carnaval en el que Mazatlán celebra a otras grandes fiestas de la carne: Brasil, Cuba, Nueva Orleans, Venecia. Cada una tendrá a más de un gigante que la represente.
Jazz sobre las avenidas
Son las 9:25 de mañana. Mientras un avión raya el cielo, el motor de una pequeña camioneta Chevrolet 89 enganchada a un remolque espera a que los obreros suban a “Jazz en sangre”. La llegada de dos oficiales de tránsito señala que todo está listo. El conductor sube al asiento mordido y desgastado y arranca rumbo a la Avenida del mar, tras él una grúa, una patrulla y una fila de automóviles que empiezan a acumularse. Cortamos el paso por Ejército Mexicano y al interceptarlos sobre la Avenida Lola Beltrán “Jazz en Sangre” y su enorme bastón han logrado bloquear el tráfico, se escuchan los claxons y algunos medios de comunicación se han incorporado a la procesión.
La mañana de este 4 de febrero es intensa, los trabajadores del Instituto de Cultura de Mazatlán portan camisas larg

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

Lo destacado