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Desde hace seis años, a través de este proyecto, el  Ayuntamiento de Mazatlán, la Secretaría de Desarrollo Urbano, Territorial y Agrario, el Instituto de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán, la Escuela Profesional de Danza Mazatlán y Delfos Danza Contemporánea, se han dedicado a abrir nuevas formas de concebir la vida con danza, canto, teatro, dibujos.Poco después de encenderse las luces e iluminar los movimientos de algunos niños que correteaban en busca de un lugar, la coreógrafa y bailarina Claudia Lavista, quien junto a Víctor Manuel Ruíz fungió como directora artística de “Hábitat”, subió al escenario.
La co-directora de Delfos  agradeció a los maestros que hicieron posible el desarrollo de este proyecto en esta colonia: Lisa y Nohemí, quienes crearon máscaras y la actividad “perros y gatos”; Alfonso y Max, que ofrecieron un taller de parkour; Leana y Andibi, que enseñaron movimientos básicos de danza contemporánea, y Andrés, que puso a bailar salsa a las madres de los niños.
Tras nombrar a cada maestros, los niños gritaban y aplaudían sus nombres demostrando el vínculo de cariño y respeto que formaron con ellos y la maestra Lavista se unió al festejo con sus aplausos, leyó un diploma que sería entregado a cada uno de los participantes en los talleres y aseguró que a partir del mes de octubre, el proyecto “Hábitat, Danza y Conciencia”, dirigido por Omar Carrum, se volverá a realizar.
Los alumnos de la Escuela Profesional de Danza presentaron el sketch “La venganza de la fea más fea”, una parodia de las estrellas de televisa; y dos coreografías de danza contemporánea “Mambo para siete” y “Seres”.
Después el escenario quedó a disposición de los pequeños: primero llegó el turno de “Perros y gatos”, un juego en el que los pequeños aprendieron a caer y levantarse hábilmente utilizando sus manos, las madres de las niñas se involucraron en el juego gritando sus nombres y aplaudiendo los diseños de las máscaras que crearon a lo largo del taller.  
Posteriormente llegó el turno de los niños del taller de parkour, que aprendieron a realizar movimientos rápidos y fluidos con su cuerpo, pararse de manos, hacer rodadas de carros, actividades que los llenaron de energía y que fueron celebradas por el público.
Después llegó el turno de las niñas del taller de danza contemporánea, que aprendieron las bases de un arte que cada vez tiene más audiencia en el público porteño.

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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