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En dos funciones, el público porteño fue seducido por la gran aventura de “Mara”, interpretada por Jarmila Stocesova, quien por entregarse al juego termina siendo despedida del circo en el que trabajaba como intendente de limpieza.La sencilla  escenografía acentuó   las famosas ilusiones ópticas que los Teatros Negros de Praga han convertido en un sofisticado lenguaje escénico, y cuando el aro hula-hula con el que jugaba “Mara” se suspendió por encima de su cabeza y giró solo sobre sus manos, el público vitoreo la hazaña: la función había comenzado.
Con cada truco, una escoba que se dobla, un trapo que levita, los objetos cobraban una dimensión de mayor importancia en el espectáculo, al grado de crear gran expectación en ver cuál sería el próximo objeto en alcanzar un grado maravilloso.
Sin embargo, los efectos visuales no fueron lo único que cautivó al público. Los cientos de niños que acudieron a ambas funciones, gritaban, aplaudían, reían y se conmovían por lo gestos y expresiones extrañas de “Mara”, que una vez que es expulsada del circo por el director, pasa una bohemia noche de copas y vagabundeo cantando “La cucaracha”.
Una vez que llega a su habitación, las visiones del alcohol le hacen creer que sus zapatos bailan solos, que su bata danza junto a ella y que la botella de ginebra se multiplica, pequeños trucos que demostraron que el arte del teatro negro no necesita de la tecnología para arrancar el asombro de los espectadores.
En uno de los momentos más maravillosos de El Circo, “Mara” entra a un mundo de pesadillas en donde la luna navega y se rompe, combate con una araña gigante y repasa los sonidos y visiones de su triste despedida de su adorado circo.
Sin embargo, le llega una oportunidad. El circo busca un payaso, y la simpática “Mara” se arma de valor para disfrazarse e ir por ese puesto. En ese momento, la actriz Jarmila Stocesova, bajó del escenario y comenzó a saludar a los niños, a repetir sus nombres y a sentirse cobijada por los aplausos y gritos de cariño que levantaba a su paso.
Una vez en la carpa, “Mario”, como se hizo llamar la atrevida payasita, comienza a mostrar su talento tocando el violín, haciendo malabares y arriesgando su vida en la cuerda floja, suertes que la magia de la luz negra hizo posibles y que terminaron ganándole un papel indiscutible dentro del circo.
Sin embargo, “Mara” rechaza la invitación, le revela al director su verdadera identi

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