Con el ocaso tiñendo el cielo de múltiples colores, Carmina Carranza, Coordinadora de Galerías y Arte Gráfico del Instituto de Cultura de Mazatlán, dio la bienvenida al público compuesto por paseantes, curiosos, artistas y turistas que se congregaron para dar inicio a un acto sin precedentes en la historia artística del puerto.Carranza destacó el apoyo fundamental de algunas personas para la creación de este evento: el Licenciado Humberto López Portillo Basave, Director General de Exportadora de Sal; del Ingeniero Daniel Couttolenc Suárez, Director de Operaciones de Exportadora de Sal, y de Enrique Castro, Director General de Sal Natura, Empresa Exportadora de Sal S.A de C.V.
Por su parte, el Licenciado Raúl Rico González, director del Instituto Municipal de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán, destacó que el trabajo sobre las siete rocas abrió una posibilidad trascendental para la cultura en el puerto: hacer del arte un evento del dominio público, ya que las familias porteñas se involucraron y crearon una relación cercana con los artistas, su visión y su trabajo.
Posteriormente, la maestra Cecilia Sánchez Duarte, Artista Visual y Coordinadora de Artes Plásticas del Centro Municipal de Artes, agradeció el trabajo de los artistas que paciente y esforzadamente, se dieron a la labor de hacer arte en las milenarias moles extraídas en Guerrero Negro, Baja California Sur, considerado como el productor de sal por evaporación más grande del planeta.
Antes de encender el interruptor que daría inicio al recorrido, del Poder Judicial del Hotel Freeman, Sánchez Duarte agradeció a los voluntarios que asistieron a los artistas en la elaboración de sus obras: Jaime Alberto Washington, Sofía Sánchez Celis, Paloma Halliwell, Mariana Ocampo, Aidé Barraza, Terri Moore, Edgar Francisco Rodríguez, Jessica Maldonado y Gaby Vega.
El recorrido se inauguró con la obra de Renato González, quien rememoró a través de sus trazos símbolos antiguos contenidos en un único símbolo: la gran espiral. Con técnica de percusión, trazó líneas con carboncillo machacado en agua y proyectó un maping multimedia sobre la escultura.
Jesús Aguilar, un artista emergente, mezcló símbolos urbanos de corte graffitero con figuras geométricas. Su trabajo habla de un diálogo con la historia que habita en la gran piedra de sal.
Manuel Alencaster aprovechó la cristalización de la sal con la lluvia y presentó una escultura orgánica dejando por días, en su superficie, pigmentos que al impregnarse de agua penetraron la piedra.