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El Bandódromo creado por el Gobierno de Mazatlán  a través del Instituto Municipal de Cultura para despresurizar la zona turística durante Semana Santa,  reservó kilómetro y medio para la diversión de familias mazatlecas y turistas.Entre los visitantes nacionales predominó la gente del Distrito Federal, Zacatecas, Durango, Chihuahua, Nayarit y Nuevo León. Desperdigados, algunos extranjeros  también le entraron  al baile.
Las notas del salsero Willie Colón y su  Talento de  Televisión aderezaron la alegría y la diversión en la primera noche del Bandódromo que mostró su mejor rostro a las miles de personas atraídas por el entretenimiento gratuito.
Bajo un cielo oscuro discretamente salpicado con la luz de las estrellas, la plancha costera se transformó en una enorme pista de baile con el sabor y el ritmo musical de Havana Libre, Banda Sihuey, Los Navegantes, Banda Hermanos Romero, Grupo Maz Show y Banda Extrema Pura Canela.
 
En los accesos custodiados por elementos de Seguridad Pública se utilizaron detectores de metales y se hicieron revisiones manuales como medidas preventivas para garantizar la seguridad de los asistentes.
En la entrada de la calle Zaragoza un par de orcas gigantes parecían flotar en las alturas.   Las enormes ballenas realizadas por el área de Producción del Instituto de Cultura de Mazatlán, a cargo de Paúl Wong,  funcionaron como  foco de atracción en esta nueva zona de esparcimiento.
En el Bandódromo la música comenzó  a las nueve de la noche. A esas alturas  la gente seguía llegando  en familia,  con amigos o parejas.
Muchos turistas  se acercaban a los escenarios en busca del mejor ángulo para bailar  su canción favorita.   Ritmos como la salsa,  la bachata, la cumbia, el rock, la balada pop y la música de banda  activaron la celebración nocturna  bañada  por una ligera brisa y el olor salitroso del mar que contrario al barullo del gentío, se mostró sereno y silencioso.
El ambiente musical atrajo a miles de visitantes que en su mayoría ingresaron por el lado norte. A pié, o a bordo de vehículos particulares o de transporte público,  se acercaban a la entrada para sumarse a la fiesta de carácter familiar ante la presencia de niños que aprovecharon para pasearse en bicicletas y triciclos rentados.
Los restaurantes y negocios de la zona  lucían ocupados por los clientes;  lo mismo ocurrió en la banqueta de Olas Altas,  ocupada de  extremo a extremo por cientos de personas sentadas mientras  otras  abrían su propia pista de baile junto al mar.

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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