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“Si bien el tango contaba con influencias cubanas, indígenas, africanas e italianas, destacó como un género totalmente nuevo. Desde un principio se consagró cómo un género muy popular al desarrollarse en barrios pobres de los suburbios llamados arrabales”, contó el narrador Javier Díaz Dalannais como introducción para después dar por iniciada la velada. 
Concertango tuvo como toque especial la participación de Elena Suárez y Juan Ignacio Lozano como bailarines, quienes aprovecharon el sabor y las vivaces canciones del compositor argentino Astor Piazzolla, interpretadas por Catalina Ishtar Domínguez, en el clarinete; Luis Ángel García, en la guitarra; José Miguel Rivera, en el piano y Abelardo López, en el acordeón, quienes fueron los primeros músicos en incorporarse al concierto.
 
“A pesar de su gran fama por las calles de Buenos Aires y Montevideo, el tango no sólo fue rechazado, sino prohibido por la clase alta y la iglesia católica” dijo el narrador para que la violinista Nina Farvarshchuk contagiará al público con la melancolía de Nostalgias del compositor argentino Juan Carlos Cobián.
 
El tango se caracteriza por la pasión de sus movimientos, el contacto cuerpo a cuerpo es muy estrecho e implica mucho roce entre los bailarines. Javier Díaz Dalannais dejó de lado el micrófono y sacó a María Fernanda Hansen, estudiante de la Escuela Profesional de Danza de Mazatlán, de entre el público y bailó con ella El Choclo de Ángel Villoldo.
 
La oboísta Vilma Domínguez fue la última artista en integrarse al resto de los músicos. Entre historias, bailes y las piezas restantes de Carlos Gardel y Astor Piazzolla, el concierto llegó a su fin.  Al término del programa, el público agradeció la entrega de los músicos con una fuerte ronda de aplausos.
 
 

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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