Con esta frase sugerente y reveladora, las sopranos Gabriela Vadillo, Marielos Reyna, la Contralto Flor Estrada y el Barítono Noel Osuna, hicieron suyo el íntimo escenario del Museo Casa Haas para regalar al público una noche de música italiana, zarzuela y boleros.Con el acompañamiento musical del maestro Miguel Rivera al piano y la dirección artística de Giovanny Armenta, aparecieron uno a uno los personajes de esta grata velada musical: un enamorado bohemio, una monja, una joven ilusionada, una empleada doméstica, un militar, por citar algunos.
En ocasiones con chispeantes comentarios llenos de humor, el elenco desgranó el repertorio que incluyó piezas de F. Shubert, Puccini, V. Bellini; R. Wagner, W.A. Mozart; G. del Toro , F.M. Torroba; y A. Tolentino.
El amor y el dolor por su ausencia, fueron el hilo conductor que sostuvo gran parte del repertorio coronado en la parte final con canciones como Despedida de M. Grever; Ojos de Juventud; La virgencita, Las Mañanitas y Mi aldea.
Previo a la culminación del evento, un ambiente emotivo y nostálgico invadió la sala de la antigua casona, cuando la cantante Flor Estrada interpretó Noche de ronda, de Agustín Lara. Su actuación fue un homenaje póstumo al maestro y director de teatro Jorge Gorostiza Zatarain.
Un Dile que lo quiero, dile que me muero de tanto esperar, que vuelva ya. Que las rondas no son buenas, que hacen daño, que dan penas y se acaba por llorar, hilvanó con triste resignación la cantante para concluir su actuación colocando sobre el escenario, una cajetilla de cigarros de la marca preferida del fallecido artista.
Los espectadores que habían regalado sus palmas entre canción y canción, pidieron ¡Otra…otra!, y en respuesta, copa en mano y acompañados por el maestro Rivera al piano, los intérpretes pusieron un cierre festivo con El brindis de La Traviata.
El público se puso de pié para lanzar bravos y agradecer con fuertes aplausos, la entrega de los artistas unidos por el placer de cantar.