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Mientras el sol descendía, la ceremonia arrancó con un emotivo espectáculo que alabó a través del baile y la música la fascinante identidad mazatleca que como un tesoro inagotable se volcó en corografías y videos con el color del  mar, el poder de sus símbolos y el orgullo de sus tradiciones plasmadas en monumentos como la “Continuidad de la vida”, “El Clavadista”, “La mujer mazatleca” o “El Venadito”. 
El carisma y talento de leyendas como Pedro Infante, José Ángel Espinoza “Ferrusquilla”, Lola Beltrán o Cruz Lizárraga hizo latir el corazón de miles de porteños que llenaron al Teodoro Mariscal de un calor único, alegre, pícaro y generoso, para recibir a las hermosas Embajadoras que desde lugares tan diversos de México y el mundo llegaron al puerto a unir lazos de hermandad en su máxima fiesta.
 
Así, con los ánimos por todo lo alto, la ceremonia sacudió la memoria carnavalera al recibir a las reinas homenajeadas de “Mazatlántida, la alegoría que emergió de las olas”: Laura Färber, Reina del Carnaval 1966; María Ruth Avilés, Reina de los Juegos Florales 1966; Leticia Arellano, Reina del Carnaval 1991y Lolita Madueño, Reina de los Juegos Florales 1991, todas ellas, refrendaron que en Mazatlán la historia se mide en carnavales.
 
Lentamente, entre vistas del malecón, los alucinantes atardeceres porteños y el carácter de nuestra gente, el equipo artístico liderado por Montserrat Millán y Carlos Lizárraga  hizo que los integrantes de Centro de Arte Danzario Vilanova formaran momentos únicos antes de la llegada del momento esperado: la Coronación de Daniela I.
 
Escoltada por sus princesas, Stephanie, Fernanda, Montserrat y Alejandra; Daniela I subió a la enorme plataforma para instalarse sobre su trono y de manos del Gobernador del Estado de Sinaloa, Mario López Valdés, y del Alcalde de Mazatlán, Carlos Felton Gonzalez, se unió a sus tías Libia Zulema López Montemayor,  Libia  Zulema y Pamela Farriols en una de las dinastías más entrañables de la historia del carnaval porteño.
 
Por instantes, el brillo de las estrellas fue opacado por las centellas que los juegos artificiales bordaron en el cielo mazatleco dejando al Teodoro Mariscal en un atronador éxtasis de luces y aplausos que se fue difuminando para dar paso a un concierto que ya tiene su lugar asegurado en la memoria del Carnaval.
 
 
Unen con su música a varias generaciones
 

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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