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Con una escenografía simple que reflejó la precaria condición de vida de los personajes, “Las chicas del 3 ½ Floppies” mostró la desesperación, los vacíos, la ignorancia y la impotencia de dos prostitutas que zozobran en un mundo violento y adverso.Silvia Flores encarnó a la más joven, una adicta aturdida por su enfermedad, una madre soltera que sólo busca sobrevivir y que prácticamente deambula entre clientes peligrosos, relaciones familiares nulas y el fugaz apoyo de su compañera y guía.
Por su parte, Alejandra Quintanilla dio vida a una mujer, dura y pragmática sofocada por el tedio, que muestra destellos de buscar una vida mejor y que esporádicamente ha servido como apoyo y mentora del personaje de Flores.
El lenguaje vulgar empleado en la obra ayudó a dibujar el carácter, educación, orígenes y mentalidad de los personajes y también desató carcajadas en el público por su inventiva, atrevimiento y cercanía con los espectadores.
Sin pretender dejar una enseñanza “Las chicas del 3 ½ Floppies” planteó una reflexión sobre cómo el ser humano puede sumirse en situaciones verdaderamente infernales y, sobre todo, hacer de sus personajes símbolos del dolor, la esperanza y el vacío con los que todo espectador puede identificarse.
 
 
 
 

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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