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En la IV Muestra de Teatro 2017, -creación de la compañía Los Hijos de María que dirige Javier Díaz Dalannais y el Instituto de Cultura de Mazatlán bajo la dirección general de Raúl Rico González-, Alfredo Vergara interpretó a un desbordado Pancho Villa que entre groserías, arrebatos de júbilo y rabia, derramó su pasión por la lucha y su dolor ante  la muerte que lo  alejó de los sueños, el gozo, la batalla y la esperanza de transformar a México.Por su parte Manuel Olivas interpretó a un Emiliano Zapata con los pies en la tierra: reflexivo, mesurado y seco para afrontar los embates de la realidad: fueron héroes, lucharon por una gran causa, fueron traicionados y arrojados al polvo de la muerte.
Pero lejos de crear una atmósfera centrada en ideas, el dramaturgo Víctor Castillo apostó por crear algo más pasional: un encuentro entre dos titanes de la historia nacional en la cantina “La esperanza”.
En esta cantina,  ideas, recuerdos, pasiones y ocurrencias son amenizadas por un músico (interpretado con gran solvencia por  Edgar Casillas), que entre los sonidos de la guitarra, voz y armónica, ofrece toques de marihuana, tragos de tequila y coñac para que las lenguas, cuerpos y espíritus se aviven, griten, escupan, bailen, lloren y el público tuviera un acercamiento entrañable con lo más humano de estos héroes.
La fuerza gestual de Vergara, el acompañamiento puntual de Olivas y la versatilidad musical de Casillas, dieron pie a una obra en la que el público se vio involucrado con sus risas, el baile de dos hermosas jóvenes y un hondo silencio ante los gritos desesperados y los reclamos de “El centauro del norte” por un levantamiento social que derroque al gobierno actual contemplado por éstos  héroes desde el más allá.   
 
 

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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