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En su trabajo de dirección los maestros Zoila Fernández y Guillermo Carrillo lograron una exquisita adaptación conformada por dos actos y tres cuadros sobre el montaje original estrenado el 1 de abril de 1846 en la Ópera de París. La música, escenografía, iluminación, vestuario y más de cien espléndidos bailarines de la Escuela de Ballet Clásico del Instituto de Cultura de Mazatlán y de la Compañía Ballet Clásico de Sinaloa, dieron vida a la historia de “Paquita” (Alina Rodríguez Begdadi), una joven de linaje que al ser separada de su familia desde niña se ve obligada a vivir en una comunidad gitana. El único recuerdo de su infancia es un medallón que lleva todo el tiempo con la foto del padre que nunca conoció.
Tiempo después se cruza en su camino el apuesto oficial francés “Lucien” (Alejandro Hidalgo Proenza), que impresionado por la grácil danza de “Paquita” queda prendado de ella y decide conquistar su corazón.
A lo largo de la noche tanto “Paquita” como “Lucien”, interpretados por bailarines cubanos invitados de la Escuela de Camagüey, lograron transmitir un oleaje de emociones intensas con la belleza de sus movimientos y habilidades dancísticas: 35 fouttés seguidos de Alina Rodríguez y Alejandro Hidalgo con una serie de variaciones adornadas por saltos fueron un ejemplo del gran nivel técnico de estos artistas. 
Ante los celos de Íñigo (Jorge Guillén), líder de los gitanos  rechazado por Paquita y el hambre de poder del gobernador “Don López de Mendoza”,  ambos fraguaron un plan para matar a “Lucien”, pero “Paquita” logra advertir y salvar a su amado. Posteriormente los antagonistas son castigados por sus actos y la obra desemboca en una gran celebración en la corte real del palacio D´Hervilly.
Pese a la diferencia de clase, los protagonistas deciden casarse y para su fortuna descubren el misterio detrás del linaje de “Paquita”: en la sala del palacio luce un retrato de “Charles D’Hervilly”, el hombre del medallón, el padre de Paquita. El destino le sonríe a los amantes.
Después del intermedio y como última parte y cuadro del ballet, se representó la famosa Polonesa y el Grand Pas de Paquita, donde el cuerpo de baile lució todo su esplendor y el gran nivel técnico de la escuela de ballet del puerto ganándose la ovación del público.
Aparentemente la noche había finalizado, cuando de pronto una pantalla bajó sobre el escenario y proyectó un video en homenaje a las tres alumnas e

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