En Mazatlán, los patasaladas comienzan a dejar a un lado los prejuicios y a pesar del estigma y creencias erróneas sobre los hombres que practican ballet, estudian danza clásica e invitan a otros varones a inscribirse en la Escuela Municipal de Ballet del Instituto de Cultura de Mazatlán. Aquí, estudian con rigor, practican con disciplina y echan mano de su fuerza física como en cualquier deporte de alto rendimiento. Sus intensos entrenamientos son un desafío constante para alcanzar el alto nivel técnico y artístico que distingue a la institución.
La reciente puesta en escena del ballet Paquita proyectó la fuerza y masculinidad de los bailarines, en contraste con la fina y delicada figura de las bailarinas; estos artistas mazatlecos pulen su talento formados con el rigor metodológico de la Escuela Cubana de Ballet.
Zoila Fernández, directora de la Escuela Municipal de Ballet, subraya que afortunadamente se han derribado barreras y a la fecha tiene entre sus alumnos, a niños y jóvenes orgullosos de practicar la danza clásica, una disciplina que mejora su formación cultural pues los acerca a otras expresiones artísticas como la música, la pintura y el teatro.
A su vez el Director General del Instituto de Cultura de Mazatlán, destaca que van en aumento las inscripciones de hombres que han encontrado en el ballet un lenguaje para comunicar sus sentimientos y emociones de manera distinta.
Ambos coinciden que la incursión de niños y jóvenes en el Ballet, no es sinónimo de debilidad, al contrario, quienes lo practican tienen que ser fuertes física y emocionalmente, inteligentes y con un sistema locomotor y de coordinación bien desarrollado.
Al respecto tres jóvenes alumnos del nivel técnico medio de la Escuela de Ballet Clásico, comparten sus experiencias, sueños y retos a lo largo de sus carreras como bailarines.
Edyan Zatarain, Roberto Issaí Cervantes y Kevin Sillas, son un ejemplo a seguir para las futuras generaciones masculinas que quieren dedicarse a la danza clásica.
Proveniente de una familia de artistas, desde los once años de edad, Edyan Zatarain eligió dedicarse a la danza como profesión. Su sueño es ser reconocido nacional e internacional, viajar alrededor de mundo y presentarse en teatros importantes, llegar lo más lejos posible gracias al Ballet, un reto constante que considera un deporte de alto rendimiento. El elevado nivel técnico de la escuela y su progreso lo motivan a seguir adelante, sin importar los comentarios negativos.