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Así tomó como soportes manteles, servilletas, caminos de mesa y lienzos en general, y para estampar utilizó cuchillos, tenedores, tijeras, machacadores, clavos y planchas antiguas; también utilizó como soportes toallas de papel. Específicamente lo que hay dentro de una cocina.Al inventar esta técnica también pensó en la manera de dejar huella; ella por ejemplo nacida en la Patagonia, Argentina, piensa que ya dejó una huella en su ciudad natal. Algo de su presencia quedó en aquella región del sur del continente
La intención que tuvo es que una artista plástica tiene que producir en cualquier lugar, empleando utensilios cotidianos, no siendo agresiva este arte.
También para esta exposición que montó en Mazatlán, en la Galería Ángela Peralta, realizó una serie de trabajos con bordados diversos, con frases de una santera de Colima (Margarita) y de María Montessori.
Esta serie Que me importa lavar los platos si puedo pensar en Platón, empezó como un proyecto en donde se ganaba espacio mental para la creatividad.
La autora trata de ganar tiempo ideático para pensar en la obra, y luego ganar espacio doméstico para la realización de la misma.
Dirigido a personas que hayan pasado por esta experiencia y pensando como poesía plástica para el resto Que me importa lavar los platos si puedo pensar en Platón, es una serie íntima que va hacia lo público, y que en el camino encuentra dudas que la actualizan.
 Convencida de que el arte no debe presentar la realidad sino mostrar lo que la realidad oculta, no vio problema de hablar desde cualquier espacio físico si el mental es que el que la libera, ella puede físicamente lavar los platos y porque su mente ya no está allí.
 Así comenzó a crear una serie que retoma las frases de los textos quemados, haciendo inscripciones con agujas sobre aros de bordado.

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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