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Acompañado por el cronista de la ciudad, Enrique Vega Ayala, quien fungió como presentador; por el doctor Juan Eulogio Guerra Liera, rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, entidad organizadora del premio, y por los tres miembros del jurado de uno de los galardones literarios de mayor prestigio nacional, Juan José Rodríguez, Ignacio Trejo Fuentes y Braulio Peralta,  Rafael Pérez Gay se mostró complacido, cortés y generoso en su atención al público y a los miembros de la prensa.En su intervención, el doctor Guerra Liera señaló que el Mazatlán de Literatura es un galardón que, además de celebrar la calidad literaria, busca reivindicar a las letras como un puente hacia la pluralidad que nace del hecho de comunicar las emociones e ideas más profundas e íntimas del ser humano.
En su 39ª edición, el Premio Mazatlán de Literatura reconoció a una obra múltiple: informe, novela, crónica, confesión, un texto tejido con el drama de una pérdida, que con humor y aguda inteligencia narra la extinción de la vida de José María Pérez Gay, quien fuera el hermano que enseñó a leer a Rafael, su primer modelo de intelectualidad, motivo de encuentros, desencuentros y reconciliación a partir de la enfermedad, una enseñanza de que en medio del dolor, la muerte se vuelve un camino posible para apreciar y reconocer, día a día, la belleza de la vida.
Cada uno de los miembros del jurado dio sus puntos de vista para reconstruir la imagen profesional y humana del autor y su obra, los motivos por los cuales Rafael Pérez Gay se suma a una lista que incluye a grandes plumas como José Gorostiza, Juan Villoro, Octavio Paz, Ricardo Garibay, Fernando Benítez, Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes, Elena Poniatowska, Sergio Pitol y Jaime Labastida, entre otros.
Juan José Rodríguez fue puntual en señalar cómo El cerebro de mi hermano pertenece a una literatura poco desarrollada en México, las obras de carácter confesional, en donde se plasman las vivencias en crudo partiendo siempre de un elaborado ejercicio literario, que en este País ha tenido a sus mejores representantes en obras como Las cenizas de mi padre, de Claudio Isaac y Beber un cáliz, segundo ganador del Premio Mazatlán de Literatura en 1966, de Ricardo Garibay.
Por su parte, Ignacio Trejo Fuentes ofreció un perfil completo sobre el homenajeado: periodismo y literatura forjan el pulso creativo de Rafael Pérez Gay, un hombre de letras hecho en las redacciones, fiel a dos estilos que Trejo Fuentes caracterizó con ingenio en dos figuras: el señor periodismo, que sale desaliñado a encontrarse y atrapar el mundo; y la señorita literatura, que se da el tiempo de maquillar, adornar y dar nuevos bríos de belleza a lo que se cuenta.

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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