Cada año, durante algunas semanas, el deshielo en el Polo Norte revela un estrecho camino hacia los fiordos. En el espíritu de Erick El Rojo, un intrépido y peculiar grupo de científicos y artistas aprovechan la oportunidad para explorar este territorio desconocido.Llevan consigo equipo de alta tecnología y sofisticados vehículos que, sin embargo, fallan en el momento más inesperado. Vemos a los tripulantes investigar, analizar sus hallazgos y buscar nuevas especies, huellas de nuestros antepasados y respuestas sobre la existencia.
Filosofía, ciencia, arte y espiritualidad se conjugan. La ecléctica tripulación incluye un capitán, dos artistas, un teólogo, un geólogo, un geoquímico, un geógrafo, un zoólogo, un arqueólogo y una bióloga marina, que reflexionan sobre el significado de la vida y las perspectivas de la humanidad.
La sensibilidad poética se contrapone al cinismo, cuando los navegantes intercambian sus interpretaciones radicalmente opuestas sobre el mundo y nuestro lugar en él. Un soundtrack irreverente y un singular sentido del humor marcan el ritmo de estas meditaciones y el tono de la impactante cinematografía que muestra espectaculares paisajes dignos de otro mundo.
Los grandes bloques en deshielo, un solitario oso polar y un barco petrolero recuerdan el poder destructivo del hombre sobre la tierra. La angustia sobrecoge ante el hecho de que observamos algo que podría cambiar radicalmente en el futuro cercano.
La grandeza y la trivialidad del género humano son un tema recurrente en el filme. Mientras que el descubrimiento de una nueva especie nos recuerda la “grandeza” humana, la “grandeza” de la naturaleza frente al hombre, solo parece reafirmar la conclusión del geólogo de que la humanidad es “solo un paréntesis en el desarrollo de la Tierra”.