En esta ocasión, la gira de documentales Ambulante, creada en 2005 por Diego Luna y Gael García Bernal para hacer del cine una herramienta de transformación cultural en México, presentó el filme del director sueco Malik Bendjelloul, ganador del Óscar por Mejor Documental del 2013, que se centra en la figura del cantautor mexicano-americano Sixto Rodríguez.El hilo conductor del relato fílmico es la historia relatada por Stephen Segerman y Craig Strydom que a mediados de los 90 empezaron a investigar a fondo sobre la vida de Rodríguez, que con tanto sólo dos discos, “Cold Fact” y “Coming from Reality”, lanzados en los años 70, se convirtió en referente del pensamiento rebelde y artístico en la Sudáfrica del Apartheid.
Mientras en África la música de Rodríguez se vendía por millones y se convertía en un tesoro que alimentó los sueños y voces de generaciones, en Estados Unidos, su país de origen, sólo vendió seis discos, era imposible encontrar una copia de sus álbumes y era un completo desconocido.
Productores discográficos, periodistas, locutores de radio se convierten en piezas clave de un rompecabezas que sólo tienen por guía las letras del enigmático cantante, que, supuestamente, se había suicidado sobre el escenario.
En algún momento, gracia a un desplegado en internet, se logra dar con la hija mayor de Rodríguez, y lo que parecía el final del camino, se convierte en el principio: Rodríguez está vivo, trabaja en el negocio de la construcción, en Detroit, ha dejado de tocar y es un hombre centrado en su familia y su comunidad.
Al final, impulsado por sus admiradores sudafricanos, Sixto Rodríguez y sus hijas emprenden un viaje a África para realizar una serie de conciertos en los que fue recibido como si se tratara de Elvis Presley, una leyenda muerta en absoluta resurrección, un recital en el que generaciones inspiradas por su canto le rinden tributo, un momento en el que el hombre marginal ocupa su auténtico lugar como artista consagrado.
El viaje de Buscando a Sugar Man es un poderoso “tour de force” sobre el poder del arte que tiene como base la música de este poeta urbano que cantaba a la marginalidad, a la belleza de la vida y a la búsqueda de la propia felicidad en medio de un convulso ambiente social como lo fue la Norteamérica de los años 60 y 70.
Con sobriedad el documental hechizó a los asistentes reunidos en la Plazuela Machado que no contuvieron sus risas, aplausos o gestos de admiración ante la música de Rodríguez, y sobre todo, ante los inesperados giros del destino que el filme capturó.