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En el Teatro Ángela Peralta la oscuridad era total, una silueta se postró al centro del escenario y poco a poco brotó una  luz blanca que fue mostrando a la bailarina y coreógrafa Sanna Kekäläinen de rodillas, cubierta con sus brazos, se fue desenrollando hasta demostrar lentamente su desnudez, el principio y fin de esta propuesta.La desnudez de su cuerpo, del escenario, de los sonidos provenientes únicamente de sus movimientos impusieron una atmósfera de absoluta concentración centrada en seguir las formas que garabateada con el cuerpo, con su plasticidad y la fuerza expresiva de su rostro.
Al cabo de algunos minutos, tomó un micrófono colocado sobre una pequeña mesa en la que había una consola de sonido y empezó a explicar el contenido de la primera parte de Queer Elegies.
“Esto trata sobre la separación, la separación es algo dolorosos, se trata de la separación y la melancolía. He estado trabajando sobre estos temas en los últimos 25 años y todos los significados son humanos, no del cielo y el infierno, es una reflexión sobre mi cuerpo al desnudo”, señaló Kekäläinen.
Después, la finlandesa introdujo al público mazatleco en un sueño, un sueño que, dijo, ocurrió en Yemen, Argelia o Siria, un sueño en un hospital blanco y brillante y vacío, y en algún lugar encontraba un sofá con un cuerpo débil tirado sobre él, era su abuelo, y al verlo más de cerca notó que era su madre… el sueño avanzó hasta escuchar a una enfermera que le pedía observar los genitales de su madre ya que algo malo ocurría allí…
En la segunda parte de su presentación, Kekäläinen habló de la destrucción del lenguaje y los discursos, de la absoluta disolución de géneros, del pensamiento, una puesta en escena inquietante, de energía pura, sin sentido, al desnudo.
El silencio recorría los pasillos del Teatro Ángela Peralta, había tímidas risas, pero nada que diera pie a un aplauso o a una interacción de otro tipo. Las Queer Elegies continuaron cuando la bailarina dividió su propuesta en dos tipos: privado y espectáculo. En la primera, la intimidad, el goce profundo, lo vulnerable es lo que interviene; en la segunda lo hacen el dinero, el poder y los medios.
Como muestras de esto, Sanna Kekäläinen ofreció dos performances: en el primer lo privado quedó expuesto en un goce orgiástico de la bailarina con un símbolo de la fertilidad, un árbol navideño; mientras que el elemento del espectáculo se expuso a través de un discursos de la penetraci

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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