Acompañada por Raúl Rico González, director del Instituto Municipal de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán; Sylvia Treviño de Felton, presidenta del sistema DIF Mazatlán y el escritor Juan José Rodríguez, Leonides Ferrán no podía ocultar la felicidad que irradiaba su rostro al ver cristalizado un sueño que nació hace 10 años.Durante su intervención, la señora Treviño de Felton recalcó la capacidad creativa de la autora para capturar el espíritu y carácter alegre, cálido y solidario de los mazatlecos, algo que puede rastrearse en los múltiples personajes que navegan por esta obra y que, aseguró, permitirá que muchos lectores se sientan plenamente identificados con una trama llena de nostalgia, alegría, romances, suspenso y esperanza.
El literato Juan José Rodríguez señaló que “Puerto” se agrega a la tradición de textos sobre Mazatlán escritos por extranjeros, en la que autores como Jack Kerouac, Herman Melville o Anaïs Nin arrojaron sus impresiones sobre la ciudad y sus habitantes.
Sin embargo para Rodríguez la virtud de “Puerto” radica en que, a diferencia de otros escritores, la autora cubana en verdad vivió y recorrió cada palmo de La Perla del Pacífico, algo que le permite mostrar el alma, la parafernalia, el temperamento, ambiente y el ser de los patasaladas.
Por su parte, Raúl Rico González destacó dos puntos torales de la novela: el exilio y el rencuentro de la identidad. Dos caras de una misma moneda que muestran el origen del personaje principal, “Leonardo”, el doloroso abandono de la tierra natal, la adaptación a una tierra ajena y el encuentro afortunado con un destino que le permite crear nuevas relaciones y un profundo sentido de pertenencia; algo que, en su opinión, es parte de la esencia de Mazatlán, una ciudad que nació y creció a partir de las migraciones alemanas, españolas y francesas.
Gratamente sorprendida por la observaciones a su obra, Nicole Leonides Ferrán habló con una mezcla de gozo y nostalgia de la dolorosa travesía que ella y su familia hicieron a los Estados Unidos en un barco camaronero, de la difícil adaptación a un país que, dijo, concede libertad a un precio muy alto, y también, del encuentro fortuito con Mazatlán, que con su apacible y espléndido mar, y sobre todo, con las amistades que aquí ha hecho, avivó sus más profundos sentimientos y la puso en contacto con su identidad.
“No sé si es el carnaval, el mar, la gente, Mazatlán y Cuba son muy parecidos y aquí encontré un hogar, algo que no pude hallar en otras partes del mundo, yo sí creo en el destino y sé que estoy aquí por una razón”, se&