El actor Víctor Stívelman y la actriz colombiana Alegría Cáceres, dieron vida al libreto del dramaturgo y director argentino Arístides Vargas, quien disecciona los universos internos de “Antonio” y “Clara” dos perfectos desconocidos que por el choque de fuerzas de atracción del destino “deciden” súbitamente hacer su vida juntos.Sin embargos, esos estudiantes y futuros educadores llevarán a cabo un minucioso experimento sobre la educación (familia, escuela e instituciones públicas) que merma la creatividad, sensibilidad y espíritu apasionado del ser humano.
En pequeños cuadros, los enamorados hablan sobre el matrimonio, la escuela, la prisión y otros sistemas que acaban por hacer del hombre un ser “bestialmente educado”.
Al ritmo del acordeón, empapados por tenues luces blancas y azules, con una indumentaria que recuerda la época victoriana (época del gran pudor y los vicios privados), Stívelman y Cáceres dieron rienda suelta a un texto poético, imaginativo y jocoso que mantuvo al público atento, en un trance de identificación con las vivencias, dolores, miedos, sueños y más caros recuerdos de los entrañables personajes de Arístides Vargas.
Al final, tanto “Antonio” como “Clara” se dan cuenta de que han vivido un “déjà vu al revés”: tras conocerse, en un chispazo, han visto su futuro, y, llenos de esperanza, deciden “sembrar luciérnagas” y esperar que los sueños sean más poderoso que las expectativas y las certezas que cada quien puede hacerse sobre la vida.
Al encenderse las luces, los actores pasaron al frente para recibir el cálido y fuerte aplauso del público porteño que agradeció la conmoverá puesta en escena que llenó de imaginación, poesía y emociones a flor de piel al Teatro Ángela Peralta.