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Gracias a su amplia experiencia en el trabajo con concreto, en los últimos años Corona comenzó a sentir la necesidad de llevar su dominio en el trabajo de este material más allá: hacer del concreto una forma de lienzo. 
Fue en ese momento que el artista porteño ideó una serie de “cuadros”, trozos de roca, que fueran un homenaje a los primeros vestigios que la humanidad tiene sobre el arte: las pinturas rupestres.
 
Lascaux, Francia; Valltorna y Altamira, España, Hidalgo y Baja California, en México; Montes Akules en Libia; Cueva de la Manos en Argentina, África y otras regiones del orbe crearon un túnel en el tiempo, 20 mil, 15 mil, 10 mil años atrás cuando el mamut, el bisonte, las salvajes manadas de potros, el fuego y la caverna eran las partes más palpables del universo llamado humanidad.
 
“Lo que busqué hacer en esta serie fue un homenaje a los primeros artistas de la humanidad. Los dibujos están hechos a mano, también toda la pigmentación. Y si tú tomas un libro, o bajas una fotografía de internet de estas imágenes verás que son idénticas, me esforcé por hacer un trabajo realista, lo más apegado a los originales, incluso, la formas están basadas en modelos de las piedras originales”, señaló Chely Corona.
 
Así, con las poderosas imágenes de Chely Corona, el público porteño hizo del pequeño túnel de la Galería Rubio un pasaje a las raíces ancestrales de esa necesidad humana llamada arte, el impulso irrefrenable de perdurar y decir, en una imagen, qué estuvimos aquí, al menos un eterno instante.    
 

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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