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En un solo acto, la Camerata Campbell (dirigida por Gordon Campbell, Olena Bogaychuk y Jordi Vila al violín; Carlos Guadarrama en la viola; Bendeguz Kovacs al cello, y Aigul Kulova al piano) bajo la dirección escénica de Rodolfo Arraiga, dio vida a una comedia de enredos en la que una altanera sirvienta termina convirtiéndose en esposa y patrona.La soprano Carla Muñoz encarnó a “Serpina”, graciosa, astuta, pícara, irrespetuosa, quien ejerce un dominante e hilarante dominio sobre su patrón, “Uberto”, interpretado por el barítono Arturo López Castillo. Poco a poco la situación se va haciendo intolerable para éste, y en un intento desesperado exige a su sirviente “Vespone” (Larik Huerta) que le consiga una esposa.
Sin embargo, “Serpina” va un paso más allá, y enreda al criado para que la ayude a casarse con su patrón a través de una artimaña: seducirlo, darle celos al hacer que “Vespone” finja ser un militar que la va a desposar, y terminar chantajeando a “Uberto” para que sea él quien tomé a la sirvienta por esposa.
Ágil, plagada de arias ingeniosas y con un cuerpo musical plagado de gracia y ánimo ligero, “La serva padrona” permitió que la música acompañara magistralmente esta adaptación teatral, que pasó de la atmósfera cortesana del siglo 18, al ambiente de oficinas del siglo 21.
Destacaron la simpatía, ligereza y gracia de Carla Muñoz; la alta expresividad gestual y vocal de Arturo López Castillo; el gran acompañamiento actoral de Larik Huerta, y, desde luego, el sonido compacto, armónico y vibrante de la Camerata Campbell, que hicieron de la tarde de este domingo un momento de regocijo y buen humor.
 
 
 

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