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Para conversar con la autora, la promotora cultural Laura Medina realizó una serie de preguntas sobre esta obra en la que Berman rescata a la zoóloga “Karen Nieto”, personaje central de su novela “La mujer que buceó dentro del corazón del mundo” quien en esta ocasión se ve envuelta en la resolución de un asesinato y termina realizando un viaje a Inglaterra para descubrir un misterioso texto de Charles Darwin.A partir de esta anécdota, la guionista de la película “Gloria”, desentrañó los motivos que la llevaron a elaborar este trabajo: su obsesión con el lenguaje y la necesidad de revelar cómo las preguntas más esenciales de los últimos días de  Darwin son los ejes que mueven al mundo hoy día.
“Vivimos más en el lenguaje que en la realidad, vivimos en el recuerdo o construyendo el futuro mentalmente. Los animales hablan, pero nosotros somos los únicos que relatamos”, dijo Berman para establecer que su personaje “Karen” debido a su autismo, tiene la capacidad de vivir una realidad objetiva, libre.
Para explorar el carácter de la protagonista de “El Dios de Darwin” Sabina Berman señaló que se trata de un personaje materialista, convencido de la no existencia de Dios y que al encontrar el texto de Darwin sus preguntas sobre el papel que tienen los discursos científicos y religiosos – los únicos que explican el origen de la vida-, se agudizan.
“El discurso científico es el único que es absolutamente coherente. El enfoque de Darwin es en realidad simple, pero el problema para él, y para otros grandes hombres, estaba en su fuero interno: Darwin temía el castigo de un Dios que, con sus investigaciones, había desnudado”, dijo Berman.
Al final, un rico intercambio de ideas entre el público y la autora reveló las posturas ideológicas, políticas y religiosas de Sabina Berman, quien señaló que su creencia en Dios tiene enormes similitudes con las de Darwin.
“Si creo en Dios, lo veo en la fuerza de la vida, algo evidente por todas partes. Y además, en relación a la bondad, Darwin decía que la naturaleza tiene una gran fuerza para el bien, cuando se le permite actuar. Pero esa naturaleza tiene sus propias reglas y leyes, nada que ver con los relatos que los hombres han construido”. 
 
 
 

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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