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La mazatleca Andibi Gallardo decidió estudiar en la EPDM del Instituto de Cultura de Mazatlán porque se trata de una de las mejores escuelas en su clase en todo México. 
Reconoce que gran parte de la sociedad no ve la danza como una profesión y se siente contenta por haber vivido esto directamente a través del compromiso y entrega absoluta de sus maestros, algo que la hace pensar en su futuro.
 
“Quiero seguir bailando y haciendo proyectos. Quiero quedarme aquí y hacer otras cosas en Mazatlán, hacer un laboratorio del cuerpo. No una academia, no una escuela de danza, sino como profesional, explorar en el movimiento y la coreografía”.
 
Olivia Faveur, alumna estadounidense, compartió que la escuela cuenta con gran renombre internacional y decidió estudiar el último grado de su carrera aquí por recomendación directa de  maestros de su antigua escuela, tras haber conocido el trabajo del cuerpo académico de la EPDM, integrado por bailarines profesionales  y miembros  de Delfos Danza Contemporánea, prestigiada compañía que le ha dado la vuelta al mundo.
 
Oswaldo Gómez, originario de Puebla reconoció el prestigio de la Escuela Profesional de Danza de Mazatlán en  México y Latinoamérica, y platicó el proceso de admisión al que se enfrentan los bailarines locales que compiten por un espacio ante  una gran cantidad de aspirantes foráneos que vienen cautivados por el gran nivel académico y artístico de esta institución.
 
“Es muy difícil sobresalir en la audición, los maestros buscan siempre el mejor nivel en las audiciones y comúnmente ‘los de afuera’, son admitidos porque  tienen bases más fuertes gracias a la arraigada cultura dancística de otras ciudades”.
 
El colombiano Christopher Rojas comentó que los cuatro años vividos en Mazatlán han sido hasta hoy, los más felices de su vida, pues más que estudiar una carrera, parecía un “retiro dancístico”, toda una experiencia, por la reflexión e interacción con sus compañeros.
 
“Creo que la clave de la EPDM es la cercanía. Hay gente que viene de lugares como el Distrito Federal, yo estuve en otra escuela en Bogotá, y la cercanía aquí en Mazatlán hace que realmente te concentres en la danza y formes parte de una comunidad de bailarines y artistas”.

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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