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La Galería Ángela Peralta se cimbró  a partir de las 19:00 horas con la actuación de “las voces maravillosas”, que tenemos en México,  -como lo afirmó el maestro Patrón-,  acompañadas al piano por el maestro Andrés Sarre.Durante el evento,  Enrique Patrón corrigió, gesticuló, recomendó  y detuvo la interpretación de sus pupilos, cada vez que lo estimó necesario.
Esta dinámica emocionó al público y lo acercó a las exigencias técnicas y artísticas que deben vencer los cantantes para avanzar en el  difícil mundo de la ópera.
La galería se llenó más allá de su capacidad; las  sillas fueron insuficientes y  algunos asistentes permanecieron de pie, embelesados ante el caudal de voces que dieron vida a diversos personajes e historias del drama musical.
Fue en este lugar, donde  los alumnos tomaron el curso para desarrollar sus habilidades vocales, perfeccionar su voz y  desempeño escénico.   Algunos cantantes tomaron el curso como preparación para participar en  el próximo Concurso Nacional de Canto “Carlo Morelli”.
Dio la bienvenida,  el reconocido director de orquesta e impulsor de la ópera en México,  Enrique Patrón de Rueda, quien presentó el primer número de la noche, un poderoso trío integrado por  la mezzosoprano  Laura Guerrero; la soprano Karen López y el tenor José Miguel Valenzuela 
Karla Álvarez, Mariana García, Carla Hernández, Manuel Bernal, Guadalupe Aguirre, Paloma Segarra, José Lara, José Miguel Valenzuela, Héctor Valle, Carolina Espinoza, Karen López, Eimy Osuna, Oscar Velázquez, Rosa Muñoz y Angélica Alejandre,  salieron   airosos y desencadenaron los más diversos sentimientos con cada una de sus interpretaciones.
Ellos  provienen de Mexicali, Torreón, Chihuahua, Hidalgo, Colima, Tijuana, Ensenada, Culiacán e incluso del Taller de Ópera de Bellas Artes en el Distrito Federal y cimbraron la sala con la interpretación de complicadas pero bellas piezas, de  reconocidos autores, entre ellos:  Wolfgang Amadeus Mozart, Giuseppe Verdi, Vicenzo Bellini, PyotrIlyich Tchaikovsky, Richard Strauss, Giacomo Puccini y Georges Bizet.
Fue un espectáculo musical extraordinario donde la expresividad corporal y la belleza de la voz se desbordaron junto a las notas del piano para atrapar la vista, el oído, la sensibilidad y la imaginación del p&uac

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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