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En dos actos, la música y el baile recrearon el cosmos de erotismo, picardía, elegancia, fuerza y amor que el tango ha forjado a su paso por la entraña y el tiempo del Río de la Plata y que cobró vida a través de la Orquesta Forever Tango y doce bailarines de esta soberbia compañía.“El suburbio”, “En lo de Hansen”, “La mariposa”, “París”, “Un tango…”, “El baile”, “Prepárense”, “Tres parejas”, “Soledad” fueron algunos de los cuadros que destilaron el arte del tango: música que lo mismo hace hablar al dolor, la nostalgia y el deseo; danza que traza en la noche el ansia, el sueño y la carne.
El arrabal y la calle, el padrote y las prostitutas, el hampa y el machismo; la seducción, el sexo y la belleza como hechizo, desfilaron como pilares de la historia y el carácter de este baile que nació entre las clases bajas y que fue filtrándose entre la aristocracia para después llegar a Francia y convertirse en un estilo que acabaría por rendir al mundo ante sus pies.
De igual forma, la atmósfera íntima y delicada del salón, la exquisitez, el refinamiento y clase de las “buenas familias” que hicieron suya la danza prohibida,  mostró otra cara del tango: plástica, delicada y precisa, un claro contraste con la velocidad, agudeza e ímpetu de otras piezas.
Al margen de estos polos, piezas como “El humor” hicieron gala de risa, comicidad y crítica, al satirizar elementos como el machismo, lo sublime del tango y la entrega de la mujer. Asimismo, otros temas como “Que alguien me diga” dejaron ver la influencia de las culturas afroantillanas en el tango con piezas mucho más coloridas cuya alegría se reflejaba en el vestuario: holgado, fresco y simple.
Sin duda, un elemento especial de la presentación, fue la voz de Marcela Ríos, quien preñó cada nota de dolor y orgullo, pasión y nostalgia, elegancia y descaro que terminaron de dar  cuerpo al sonido único que los bandoneones, violines, violas, cello, bajo y piano dan al tango, el alma de la Argentina.
Al final, el TAP se entregó con “bravos” y aplausos ante los músicos y bailarines que demostraron que el tango es un arte que hace del cuerpo el templo más sublime; palacio, prisión y paraíso de los deseos, sueños y experiencia de la vida.

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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