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Acompañado por Laura Medina, dueña de La Casa del Caracol, el ganador del Premio Mazatlán de Literatura 2015 atendió a esta invitación del Instituto de Cultura de Mazatlán con ánimo excepcional, y de manera generosa habló de este díptico que revela la historia de su familia, materna y paterna, en una búsqueda por exorcizar conflictos y aclarar algunas de sus dudas más profundas.En honor a esta ocasión, el maestro Celorio destacó la labor “heroica” de Laura Medina por sostener desde hace años un proyecto cultural que ya ha logrado enraizar, crecer y florecer en el puerto.
Posteriormente, el también catedrático destacó que una de sus motivaciones para escribir es el olvido, la necesidad de arrancar una serie de obsesiones que han madurado con el tiempo y la posibilidad de dar una dimensión justa a las pasiones, decepciones y sueños.
Para aclarar estos puntos, el novelista leyó algunos fragmentos de sus obras, comenzando con “Tres lindas cubanas”, que recorre su herencia materna, de origen cubano, y al mismo tiempo, sopesa los esplendores y sombras de la revolución cubana, los prodigios de la literatura isleña y expone las dolorosas, sensuales, hilarantes y complejas realidades de la Cuba de hoy.
Posteriormente, la lectura del último capítulo de “El metal y la escoria”, una potente catarsis en la que el autor desnuda su miedo a perder la memoria a causa del Alzheimer, hizo que el público ahondara en la ternura y angustia de esta novela en la que Celorio busca los orígenes de su familia paterna a través de los recuerdos de su hermano, quien, al final, terminará sucumbiendo ante los poderosos efectos de esa enfermedad.
Al final, el carácter generoso y paciente del maestro Gonzalo Celorio relució a través de las preguntas y comentarios que el público expuso, y que fueron atendidos con paciencia, profundidad y brillantes por este auténtico peso completo de la literatura hispanoamericana, cerrando con broche de oro un aniversario más de La Casa del Caracol.

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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