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Al punto del medio día, el director de la Camerata Campbell dio la bienvenida al público a una tarde intensa que recorrería la odisea sonora que el compositor teutón escribió entre 1935 y 1936 al plasmar el universo potente, colorido, atrevido y sensual de una serie de poemas que datan de los Siglos 12 y 13 escritos por los “goliardos”, monjes renegados que se habían entregado al juego, el vino y los placeres mundanos. 
El maestro Campbell dio una divertida introducción en la que recalcó el carácter vitalista e impetuoso de la pieza de Orff y señaló que todo el peso de este recital recaería en sus protagonista: el Coro de la Comunidad de Culiacán, un grupo integrados por voluntarios de todo tipo de orígenes, que estuvo engalanado por tres voces de primer nivel: el tenor Carlos Alberto Velázquez; la soprano Alejandra Esqueda y el barítono Carlos Arámbula.
 
Además del cuerpo vocal, el poderío de esta pieza estuvo soportado por las pianistas Aigul Kuluva y Zlatina Valkova; y el grupo de percusionistas conformado por Fernando Correa Rodríguez, Luis Alejandro López Inda, Jesús Paul Bernal Gastélum y Ana Luisa Díaz Pineda.
 
Tan pronto el maestro Campbell se puso al frente de los músicos, pidió al público que contuviera sus aplausos hasta el final y después liberó la implacable  obertura de “O fortuna” que sacudió los ánimos con una visión cruda de los altibajos de la vida y la fortuna que daría pie a las primeras oleadas de la fuerza de los sonidos percutivos que recorrer toda esta obra maestra.
 
La segunda parte del recital recayó en la “Bienvenida a la primavera” una serie de canciones que demostró la variedad de registros y emociones de los músicos que lo mismo producían sonidos oscuros y densos, que una serie de pasajes ligeros, brillantes y exaltados llenos de color y vitalidad.
 
Posteriormente, las fuerzas atávicas y gozosas de “En la taberna” desataron la picardía y fuerza de estos poemas con más de 50 voces en el escenario y un sorprendente arsenal de percusiones que entre panderos, vibráfonos, platillos, timbales, crótalos e incluso, con los impredecibles sonidos del piano, creaban una atmósfera que erizaba la piel.
 
La parte final del evento llegó con la “Bienvenida a la corte del amor”, un espacio que permitió a Carlos Alberto Velázquez, Alejandra Esqueda y Carlos Arámbula desplegar sus talentos con pasajes llenos de potencia, sutileza y después cerrar el recital con “O fortu

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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