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Tras su visita relámpago a la Residencia Oficial de los Pinos para compartir su victoria con “paso perfecto” en la Serie del Caribe 2016 con el Presidente Enrique Peña Nieto, Mazatlán los esperaba como héroes. Desde temprano dos pesadísimos trailers de la Cervecería Modelo cargan, respectivamente, una banda de músicos armada hasta los dientes lista para ambientar a la gente, y en otro carro, aguarda el equipo que no asistió a la Serie del Caribe, pero que supo sacar la casta en ese dramático partido de 10 entradas ante las Águilas de Mexicali por el campeonato de la Liga Mexicana del Pacífico.De repente crece un rumor: Los Venados van saliendo del aeropuerto y no tardan en llegar. La gente se inquieta y se toma la decisión de meter sus camiones entre el último carro alegórico, el de José Ramón “El Puma” Serrano, Rey de la Alegría de 1991, y un pequeño desfile de caballos bailadores, para no quedar rezagados en el desfile.
Poco después de las 6:45 de la tarde se anuncia que el equipo viene de prisa y que entrará por la Av. De los Deportes, pero hay un problema: los caballos se interponen entre los camiones y el autobús del equipo.
El personal del Instituto de Cultura de Mazatlán se organiza con policías municipales y oficiales de tránsito para orillar a las personas y que hagan una brecha más estrecha entre la calle Río Elota y la José Ángel Espinoza “Ferrusquilla” para que pase el autobús junto a los animales.
A las 18:50 el desfile se detiene entre las calles Ferrusquilla y Lola Beltrán. Al punto de las 19:00 horas, el autobús de Los Venados ha pasado los caballos y se sitúa detrás del tráiler que carga a sus compañeros. Los fotógrafos lo rodean y lo acosan con sus flashes.
“¡Que se bajen!”, “¡Vamos Venados!”, “Vivan los campeones”, son algunos de los gritos de miles de patasaladas enloquecidos. Se abren las puertas, y uno detrás de otro, los jugadores corren hacía los trailers. La banda toca con más fuerza El Corrido de Mazatlán y el público lanza gritos ensordecedores.
Entre la barahúnda hay un personaje que destaca, viste el jersey del equipo, carga un casco con cuernos, máscara de luchador, su capa es una bandera mexicana y ondea de lado a lado la bandera oficial del club de baseball.
“Soy Venado de corazón, desde chiquito apoyaba al equipo junto a mi padre… y si creen que esto terminará están muy equivocados, ya que mi hijo amará tanto al equipo como yo”, comenta Adrian Herrera Castillo, mientras aplaude con euforia y observa la subida de sus ídolos al cami

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