En su primer recital con canciones de este género, la talentosa cantante y actriz mazatleca salió al escenario vestida en pantalones, camisa negra de manga larga, poncho de colores, cabello recogido y escaso maquillaje para emular a la intérprete nacida en Costa Rica pero mexicana de corazón, que cantó más allá del dolor, de la soledad y de la angustia.Para sorpresa del público reunido en Casa Haas la tarde del pasado jueves, el maestro Luis Ornelas abrió el recital al interpretar Por el boulevar de los sueños rotos, que el reconocido cantautor español Joaquín Sabina, compusiera a Chavela, su amiga, mestiza ardiente, de lengua libre.
Así, con su voz y talento en la guitarra Ornelas calentó el ambiente para recibir a Flor Estrada, quien al reencontrarse con el público mostró esa sólida madera de artista que lo mismo le permite transitar con su voz, desde la complejidad de la ópera -hace apenas unos días se llevó las palmas al interpretar a Zita en la ópera bufa Gianni Schicchi- y abordar con bravura y pasión, la música ranchera.
El espectáculo comenzó a las siete de la noche y durante casi noventa minutos Flor Estrada interpretó 18 piezas, la mayoría composiciones de José Alfredo Jiménez, amigo íntimo de Chavela Vargas.
El público reunido en la antigua casona de Heriberto Frías y Mariano Escobedo, lanzó varios ¡Bravos! a la polifacética artista porteña quien tuvo el buen tino de entreverar la música con anécdotas, datos y frases que evidenciaron la filosofía de vida de La chamana y revelaron su cercanía con figuras de la talla de Pedro Almodóvar, Miguel Bosé, Sabina, Diego Rivera y Frida Kahlo.
Macorina, Llegando a ti, Qué te ha dado esa mujer, En el último trago, Que te vaya bonito, No volveré, Soledad, Vámonos y Un mundo raro, fueron algunos temas disfrutados por el auditorio.
Al finalizar el público pidió otra más. Vinieron entonces Si no te vas, Piensa en mí y La llorona, temas que inmortalizara Chavela Vargas, la leyenda viva de la música ranchera que nunca dejó de cantar a la libertad del amor prohibido.