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El licenciado Raúl Rico González, director del Instituto de Cultura de Mazatlán, esbozó la aventura estética, emocional e intelectual que los porteños disfrutarán hasta el próximo 30 de septiembre con obras de alta calidad y reconoció la labor de dos personas que han impulsado este encuentro: el maestro Ramón Gómez Polo, director de la Escuela de Teatro del Instituto de Cultura de Mazatlán; y Abril Márquez, Directora Artística del Instituto de Cultura de Mazatlán, quien inauguró oficialmente esta VII edición.  Para sorpresa del público, se anunció que Tara Parra, protagonista de “Todavía…siempre”, fue trasladada por la tarde a un hospital y que por esta razón la obra tendría que suspenderse. Pero una voz llegó desde el acceso principal del TAP y los mazatlecos vieron cómo la actriz octogenaria era trasladada al centro del escenario en una silla de ruedas.
A partir de ese momento la experimentada artista dio vida al texto que la dramaturga Conchi de León tejió a partir de una idea original del director de la obra, Claudio Valdés Kuri, en la que la experiencias, emociones e ideas de un grupo de personas de la tercera edad se amalgamaron a través del diálogo con “la sombra” (memoria-muerte-esposo), el actor Guillermo García Proal.
Delgada y delicada, con su blanca piel guardando en cada arruga los secretos, goces y sinsabores de la vida, Tara Parra plasmó a un personaje ingenioso y pícaro que rebosante de vitalidad recordó a sus padres, a sus amigos, a su esposo, a sus hijos y con ellos dibujó con maestría los encuentros con el amor, la muerte, la alegría y el dolor; las tremendas estaciones de la vida que todo ser humano puede recorrer, pero que sólo aquellos que viven con el corazón abierto son capaces de agradecer.
A partir de digresiones e improvisaciones que se gestaron a través de un teléfono celular en el que la actriz recibía angustiosas llamadas de su hija, Parra platicó con el público, los envolvió en un diálogo construido con poesía, luminosas sentencias, cantos y bailes que llegaron a su cúspide cuando inventó a un joven al escenario para convertirse en biógrafo y cómplice de los momentos más intensos de su vida.
Así, Erick Soto subió al escenario y la vida de Tara Parra corrió ante los ojos del público porteño: su niñez, su ingreso al teatro, ver sobre el escenario a Édith Piaf, la muerte de su esposo y en cada palabra se revelaba más y más la enorme fuerza oculta en la piel, en la piel que el tiempo cincela.
El cierre de la obra fue una mezcla de improvisación pura, dejando que el invitado tomara por un instante el escenario, vistiéndolo con una bata de hospi

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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