Los colectivos Los pata salada y Díaz de Teatro tocaron las fibras más sensibles del público de Casa Haas con la obra Amor, amor, o el suelo bajo los pies que reflexiona sobre la fragilidad de los seres humanos ante la pérdida del ser amado.
En Amor, amor, o el suelo bajo los pies “Renata” (Silvia Flores) y “Pablo “(Rodrigo Muñoz) se encuentran en un velorio. Ambos comparten el mismo dolor pues sus respectivas parejas y, a la vez mejores amigos, fallecieron en un mismo accidente.
La iluminación jugó un papel importante en el desarrollo de la trama. El cambio de luces enviaba a los protagonistas al pasado.
Los entrañables recuerdos hacían ver un presente desolador; entonces “Renata” y “Pablo” quieren alcanzar a sus amados a través de un pacto suicida, pero antes hacer aquellas cosas que no pudieron cumplir con ellos en vida.
Amor, amor, o el suelo bajo los pies utilizó un mínimo de objetos y escenografía, y con una ambientación musical en vivo del chelista Jacob Peralta quien ayudó a los actores a interpretar escenas donde enfrentaron algunos de sus miedos y cumplieron viejas promesas en memoria de los difuntos.
Entre la diversión y la nostalgia de una primera pieza de baile como regalo de cumpleaños, un día de campo nunca realizado, el salto en tirolesa para vencer el miedo a las alturas y aquel viaje en el tren Chepe por la sierra de Chihuahua, “Pablo” y “Renata” reflexionan sobre los alcances, la importancia y el significado del amor y la falta del ser amado en la vida de las personas.
La peculiar forma de sobrellevar las pérdidas envuelve a los personajes en un crisol que mezcla sus emociones y les hace discutir la idea original de llevar a cabo el plan original del pacto suicida.
Una repentina crisis, en la que uno de ellos cree que el haber juntado y unido los pedazos rotos de aquellas promesas no bastó para alimentar la ilusión de crear una nueva vida, llevó a la obra a un final emotivo e inesperado, haciendo que el público se entregará en aplausos.
Los actores y el chelista invitaron al escenario al director y dramaturgo de la obra, Manolo Díaz, quien agradeció al Instituto de Cultura de Mazatlán y a sus familiares y amigos por hacer posible la realización y buena asistencia a la obra.