En el diseño y construcción participaron maestros de obra, técnicos y artesanos de la región, quienes adoptaron los modelos de Teatros Románticos decimonónicos, con salas en forma de herradura al estilo italiano, que respondían a las necesidades de reunión y esparcimiento de la población.
A mediados de 1800, Mazatlán contaba con una sala de espectáculos de una categoría muy pobre, se llamo Teatro del Recreo, ubicado precisamente en la calle del Recreo, hoy Constitución entre las Calles Alquiles Serdan y Benito Juárez.
En agosto de 1869, el empresario Manuel Rubio, presentó una solicitud al Ayuntamiento de Mazatlán para construir un teatro en la ciudad, La construcción se inició ese mismo año bajo la dirección del Ingeniero de la Ciudad, Librado Tapia. En apoyo a la obra, el Ayuntamiento de Mazatlán, acordó condonarle a Rubio el pago de impuestos municipales durante veinte años, contados a partir de la conclusión de la construcción.
Manuel Rubio murió en un naufragio, cuando se dirigía a París con la intención de traer desde Europa decorados para el teatro. No alcanzó a ver terminada su obra, pero su viuda, Doña Vicenta Unzueta, continuó la construcción hasta su inauguración. En los poco más de cinco años que llevó su edificación, la inversión, que originalmente se había calculado en $30,000.00 (treinta mil pesos), se duplicó en alrededor de $70,000 (setenta mil pesos).
El 15 de febrero de 1874, aún cuando no se habían colocado todos los barandales de los balcones, el teatro se inauguró con la presentación de “La Campana de Almudaina” y “La Casa de Campo”, a cargo de la Compañía Española de Mariano Luque.
Inmediatamente, la viuda de Rubio, quien se hizo cargo del teatro, solicitó al gobierno municipal el cumplimiento del decreto de exención de impuestos. El Ayuntamiento se negó argumentando que el teatro no estaba terminado en su totalidad y que la vivienda anexa había dejado de ser casa habitación de la familia Rubio, para convertirse en el Hotel Iturbide.
A través de un largo litigio, Doña Vicenta Unzueta fue obligada a vender el inmueble tres años después de su apertura. La finca del teatro y la del Hotel Iturbide fueron adquiridas por Juan Bautista Hernández, socio de la firma española Hernández Mendía y Asociados, con intereses en el puerto.
Ante los requerimientos del cabildo para el pago de impuestos, los nuevos dueños aludieron de inmediato al acuerdo de exención de 1869, y obtuvieron una rebaja favorable en el monto de las contribuciones, en lugar de los $43,000.00 (cuarenta y tres mil pesos) exigidos por las autoridades, pagaron sólo $10,000.00 (diez mil).
Entre 1879 y 1881 se realizaron importantes obras para concluir los detalles faltantes en el edificio y convertirlo en un lujoso teatro. La remodelación de “ventanas, puertas y balcones, además de otras reparaciones fundamentales” estuvieron a cargo de Santiago León Astengo. De los telones escenográficos y otras decoraciones se hizo cargo el pintor Juan Gómez.
Con 1366 localidades y los mejores adelantos de la época, el teatro se inauguró, por segunda ocasión, el 6 de febrero de 1881, oportunidad en la que se presentó un concierto de las alumnas de canto del Maestro Manuel Cataño.
Desde su apertura a 1940, el teatro Rubio fue escenario de todo tipo de manifestaciones culturales y espectáculos como óperas, zarzuelas, dramas, actos cívicos, funciones de circo, de box y lucha libre. También sirvió durante un tiempo para eventos carnavaleros de cómputo realizados para elegir a las reinas y para bailes de mascaritas. El acontecimiento más importante registrado en la historia del teatro, curiosamente no sucedió en él, sino en el Hotel aledaño. En agosto de 1883, se presento la Compañía Italiana de Ángela Peralta “El Ruiseñor Mexicano” para ofrecer una función de opera; sin embargo, la diva no pudo cantar porque se había contagiado de fiebre amarilla a bordo del barco en que arribo, muriendo a los pocos días en la en el cuarto número 10 del Hotel Iturbide, localizado a un costado del Teatro. Esa muerte marcó la historia del teatro y la de la vida cultural de Mazatlán.
En 1943, el Teatro Rubio se convirtió en el Cine Ángela Peralta, mismo que operó hasta 1964. Luego, el edificio permaneció cerrado por cinco años. Ya deteriorado y en franco abandono, fue utilizado para presentar un espectáculo de Burlesque, durante el carnaval de 1969.
El edificio al paso destiempo se fue degradando; de casa de opera a teatro, a cine, vaudeville, escenario de rumorosas fiestas carnavalescas, luego se adapto como arena de Box; ya con el nombre de Ángela Peralta, que adquirió en 1943, se destino a sala cinematográfica para terminar en taller de pulmonías (un transporte publico local). Un destructor ciclón que azotó al puerto en 1975, destruyo en su totalidad el interior de la sala, el foro, y el patio foyer.
A pesar de los significativos esfuerzos de distintos grupos de ciudadanos mazatlecos por reabrirlo, el edificio del Teatro Rubio, ahora conocido como Teatro Ángela Peralta, quedó a merced de la naturaleza, convirtiéndose en ruinas tras veinte años sin uso.
En 1987, contra la voluntad de los entonces dueños, las autoridades municipales decidieron rehabilitar el inmueble. Así inició el proceso de reconstrucción, que incluyó la negociación para la adquisición del inmueble. Final y felizmente los trámites y la remodelación culminaron el 23 de octubre de 1992 cuando, por tercera vez, fue inaugurado este teatro
El rescate del inmueble del Teatro Ángela Peralta, que por varios lustros estuvo en el abandono, fue encabezado por el Ayuntamiento de Mazatlán y el grupo “Amigos del Teatro Angela Peralta, A.C.”. Con el apoyo de la sociedad y de diversas instancias estatales y federales, se dieron a la tarea sacar de la ruina al edificio localizado en la calle Carnaval y Constitución, en el corazón del centro histórico de la ciudad.
El Arquitecto Juan José León Loya, mazatleco y miembro de esta asociación civil, fue el especialista que diseñó el proyecto que reviviría el recinto. Las remodelaciones iniciaron en 1987, concluyendo cinco años después.
Por la calidad de su propuesta y lo viable del proyecto (que teminó cristalizándose en 1992), Loya fue premiado por la Federación de Arquitectos de la República Mexicana en la Segunda Bienal de Arquitectura.
Se reprodujo la ornamentación con toda fidelidad y se instalo la balconería de fierro fundido cuyas piezas originales se rescataron en un 75%. En Diciembre del mismo año con el edificio aún en ruinas, fue abierto al público en una función inolvidable del 1er. Festival Cultural de Sinaloa y en 1991 fue terminada la techumbre para iniciar la etapa de equipamiento. Así en proceso de construcción, ha continuado actualmente siendo sede de los cuatro últimos festivales y de la mayoría de los eventos culturales de la ciudad.
El 19 de diciembre de 1990 por decreto presidencial el Teatro Ángela Peralta el Teatro fue declarado Patrimonio Histórico de la Nación. El Presidente de la republica lo reinauguró solemnente el 23 de octubre de 1992.
La fachada exterior del teatro es de dos plantas, la primera tiene el centro un amplio vestíbulo, sostenido por seis columnas estriadas de capitel dorico; la segunda ostenta un barandal de hierro y ventanas rectangulares que llevan el dintel decorado con relieves vegetales. Pasando el vestíbulo se llega a un pequeño patio desde el cual se ve la fachada interior que tiene la puerta de acceso y, sobre ésta, dos ventanas con barandal; la superior luce alrededor ornamentos de figuras vegetales.
El teatro esta dotado de los adelantos tecnológicos mas mordernos para ofrecer al publico espectáculos culturales de primera magnitud, tales como conciertos sinfónicos y de opera, ballet clásico y folklórico, recitales, etc.
Entre los grandes eventos que se realizan actualmente se encuentran: importantes eventos culturales y artísticos, como el festival José Limón que se lleva a cabo en el mes de abril o el Festival Sinaloa de las Artes y el Festival Cultural de Mazatlán, dando inicio el primero de ellos el mes de octubre y el segundo los primeros días de noviembre, prolongándose hasta diciembre. Además a lo largo del año puede disfrutar en él todo tipo de eventos culturales. Por sí solo, el edificio que alberga el teatro Angela Peralta es un atractivo que no puede dejar de conocer.
Nuestro Teatro tiene varias peculiaridades; al transponer el pórtico tradicional de ingreso, característica de los edificios del siglo XIX, se llega a un patio abierto presidido por una bellísima fachada neoclásica rica en ornamentación, en la que sus muros curvos se manifiestan la forma de herradura de la sala.
Por lo que respecta a la fabrica de la sala, los balcones, boca, escena, plafond y estructura eran de madera con ornamentaciones de pretiles y cornizas neoclásicas, la balconería de hierro fundido en fundición local tiene una transparencia completa para resolver los problemas de ventilación, razón por la que no se localizan palcos privamos como los vemos en los teatros del centro de la republica, o quizás fue debido a los cientos de la Reforma que ya se asomaban para esa época.
El criterio de transparencia permitió dota al teatro de un sistema de ventilación cruzada a través de puertas y ventanas con rejillas de madera y una linternilla central que funcionaba como sistema de inyección y absorción para renovación del aire.