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La narradora Anaid Díaz recibió al público con una pequeña serie de datos sobre la música folclórica francesa, los pioneros en el movimiento barroco, y con una breve lectura de textos en prosa poética sobre la vida en París durante el siglo 17.El juego de luces escenificó una Torre Eiffel en el fondo blanco de Casa Haas, señal que dio pie para que Vilma Domínguez apareciera en escena e interpretara con serenidad las piezas de Gavotte de François Couperin y  el 2do. Movimiento Sonata para Oboe de Camille Saint Saens,  ya con la incorporación de José Miguel Rivera en el piano.
Domínguez salió del escenario y la clarinetista Catalina Ishtar fue recibida entre aplausos para continuar con las interpretaciones del mismo autor. El fondo de la Torre Eiffel cambió a un azul claro y ella tocó, con ritmos suaves y melancólicos, Cisne.
Todos los artistas se reunieron en el escenario para interpretar el Trío en si menor del compositor Edouard Destenay, ejercicio que dio como resultado un relajante pasaje de sonidos.
La narradora regresó a la duela y comentó la historia de una de las máximas obras de Claude Debussy, aquella canción que habla sobre el romántico encuentro entre dos almas que cantan al Claro de Luna. Ya entrado en un ambiente melancólico, José Miguel Rivera dio vida a dicha pieza.
El resto de la noche se alimentó de finas interpretaciones de los compositores Gabriel Fauré, Paul Mauriat, Antonio Murena, Django Reinhardt, Yann Tiersen y Charles Dumont.
Como sorpresa apareció la mezzosoprano Mariela Angulo Osuna en la última parte del concierto y unió su voz junto al sonido de los instrumentistas para cerrar la velada. El público los despidió y agradeció su entrega con un fuerte aplauso.
 
 

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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