Javier Alejandro Pérez, de Ecuador; Eliana Jiménez, de Colombia; Melissa Herrada y José Humberto Vega, de Tijuana; Sofía González Quiroz, del Distrito Federal; Alejandra Muñoz, de Puebla, Annel Ramírez de Guerrero y Anna Karen González Huesca, Alejandra Renee Torres y Luis Alberto Rubio de Mazatlán, dieron el paso de alumnos a profesionales de la danza con un programa compuesto por cuatro coreografías.“Sordo”, del coreógrafo Mauricio Nava, Premio Nacional de Danza Guillermo Arriaga 2014 e invitado de honor para esta presentación, permitió a los intérpretes, co-creadores de la obra, sumergirse en un tema delicado y actual: la falta de contacto y comunicación profunda en las relaciones humanas.
El atronador ruido de la banda sinaloense, sirvió como ejemplo del mundo aturdidor y claustrofóbico que envuelve al ser humano cuando existe la falta de disposición a escuchar y acercarse a los otros, esto quedó reforzado a través de diálogos, movimientos vertiginosos y en el uso de elementos como radios que hacían referencia al distanciamiento y al aislamiento en las relaciones humanas, culminando con una conmovedora imagen de un individuo que clama por alguien que lo escuche.
“La tierra que habitamos” de Claudia Lavista, co directora artística de la EPDM y co-fundadora de Delfos Danza Contemporánea, hizo un obsequio muy especial a los bailarines, “La tierra que habitamos”, una pieza en la que, de principio a fin, el juego, la alegría, la capacidad de asombro y la tremenda fuerza creativa que posee el ser humano quedaron plasmadas a través de la gran protagonista de la noche: la danza.
A través del uso de sillas, Anna Karen González, Javier Pérez, Annel Ramírez, Luis Humberto Rubio, Alejandra Renee Torres y José Humberto Vega compartieron un discurso fresco y conmovedor en donde los bailarines reflejaron la búsqueda de algunos panoramas constantes en el trabajo de la EPDM: la libertad, la plenitud y la idea de que los límites no existen, algo que quedó soberbiamente expuesto en la escena final: las sillas quedan sus pendidas en el aire, y uno de los bailarines, con ayuda de los demás, se eleva en las alturas.
Tras el intermedio, la obra del maestro Omar Carrum, director académico y co-fundador de Delfos, abrió el espacio a un viaje intenso, por momentos desgarrador: el viaje del ser humano que se encuentra con lo mejor y lo peor de sí mismo, demonio y ángel, siempre el mismo: “Ídem”.
Literalmente, bajo el peso de reflectores y luces, Alejandra Muñoz, Sofía Quiroz, Melissa Herrada y Eliana Jiménez se metieron en la piel de la ira y la dulzura, de la violencia y la ingenuidad con energía, en una exploración del cuerpo que dio vida a las múltiples pers