Delia Alejandra Montaño, quien será homenajeada por el Instituto de Cultura de Mazatlán el 25 de febrero durante la Coronación de Viviana Avena como Reina del Carnaval, revive aquel momento en el que por coincidencia, casualidad o destino fue invitada a competir por la máxima corona del carnaval.“A mí me invitó el señor Rigoberto Lewis, que en paz descanse. Ese día yo estaba cenando en la Plazuela Machado, me vio y se acercó. Yo venía con unos familiares, entre ellos un tío de Culiacán con el que se acercó creyendo que era mi papá y le pidió permiso para que me dejara participar como Reina del Carnaval. Mi tío le respondió que no era mi papá, pero le dio el número de mi casa para que pidiera permiso y así lo hizo”.
A diferencia de otras soberanas, la homenajeada continuó su vida en el puerto para estudiar dos carreras, desempeñarse como profesional y formar una familia en la que sus dos hijas de 18 y 13 años se convirtieron en lo más importante de su vida y serán próximamente quienes la escolten los días que vuelva a vestir su entrañable vestido real con el que desfiló y personificó a Isabel I de Castilla en la edición “Viva América” del Carnaval de 1992.
“Es un vestido dorado bellísimo, ampón de esos de antes, de esos que toda la ‘pechonalidad’ queda fuera’. Se conservó todos estos años pero aun así le tuvieron que reconstruir algunas partes. Sus mangas son doradas, pegadas con un olán rosa y encima tiene otras mangas más anchas de color rosa hechas de piel de conejo. Lo van a ver el día del desfile”.
“Dos aretes inmensos, con un collar bastante grande” y una corona que también fue reconstruida por el desgaste natural del tiempo, son los accesorios que complementaron su vestimenta real y la harán lucir de nueva cuenta como una auténtica reina ante el pueblo mazatleco durante los desfiles del Carnaval Internacional de Mazatlán que se celebrarán los días domingo 26 y martes 28 de febrero.
A pesar de que su carroza real estaba custodiada por dos feroces e imponentes leones dorados, el día del desfile Delia Alejandra Montaño tuvo que ser acompañada por dos personas para evitar algún accidente.
“Ese día el viento soplaba fuerte y mi carroza era muy grande. Tenía dos leones dorados y un respaldo de terciopelo tres o cuatro veces más alto que yo, y la silla era muy alta. Recuerdo que el señor Rigo Lewis estaba muy preocupado de que no me cayera por lo que tuvo que poner a dos personas para que me cuidaran”.
1992 fue un año muy activo en el que con