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El recital incluyó ópera alemana, música napolitana, tango argentino y música mexicana,  una propuesta atrevida, fresca y  novedosa a través de la cual, músicos y cantante  establecieron una conexión sublime, festiva y romántica con el público.Con todo a su favor, la cantante mazatleca incluyó en la primera parte del programa música clásica del periodo barroco. La intención fue aprovechar algunos arreglos musicales  del pianista invitado.
  Eternal source of light divine de “Ode to the Birthday of Queen Anne” de G.F Handel y Sposa son disprezzata de “Bajazet” de A. Vivaldi,  fueron el preámbulo de una velada romántica, donde a pesar de las diferentes nacionalidades de los compositores,  la música se impuso como idioma  universal.
Con todo a su favor,  la  protagonista principal de la noche brilló  sobre la duela arropada por una tenue iluminación que  creó un ambiente de intimidad y relajación  durante el concierto fluido de principio a fin.
Aunque  con pocas horas de ensayo,  los músicos lograron un ensamble musical casi perfecto.
 Nina Farvarshchuck (violín I), Pablo López Mejía (Viola) Eddie Jumbo (Cello), Max Torres (Contrabajo), todos integrantes de la Camerata Mazatlán;  como invitados Carlos Martínez (Percusiones) Alain Valencia (Violín II), Roberto Alanís, trompetista de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes y Héctor Acosta, pianista y docente de la Licenciatura en Artes de la Universidad de Sonora.
Con todos,  la cantante mazatleca tiene profundos lazos de amistad, una relación que trascendió al plano profesional  y el resultado fue un recital de alto nivel musical que logró  cautivar al público que llenó el recinto.
En su tercera oportunidad frente al público Penélope Luna interpretó  Let the bright Seraphim conocida aria del oratorio  “Sanson” de G.F. Handel  que creó las condiciones para que la soprano proyectara su voz  ornamentada, diáfana y bella  pero también permitió  el lucimiento del festivo sonido de la trompeta  a cargo de  Roberto Alanís. 
 
Non ti scordar di me (de Ernesto Curtis y Musica Proibita de Stanislao Gastaldon, dos sobresalientes piezas del repertorio de música napolitana  cerraron   de manera romántica y sentimental la primera parte del pr

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