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Aunque desde hace un cuarto de siglo incursionó en los desfiles,  a lo largo de 35 años el artista plástico ha construido uno de los legados más significativos en la historia reciente del Carnaval Internacional de Mazatlán.Con un impresionante currículum que incluye exposiciones nacionales e internacionales, así como una amplia experiencia en producciones escénicas junto a artistas de la talla de Plácido Domingo, su participación en la máxima fiesta del puerto ha sido gradual.
“En los primeros años yo realizaba escenografía para algunos eventos de coronación, llevaba mi equipo de gente y no había teatro,  en el  Cine Zaragoza se armaba un escenario.  Poco a poco surgió la oportunidad de participar en el desfile, con un carro, luego dos, hasta llegar a ser una parte del desfile, como ahora”.
González Neri vio crecer el colorido, animoso y modesto ambiente de los años 80, en el veloz, burbujeante y ambicioso ritmo de los 90; y de la misma forma, señala el maestro, sus alegorías rodantes se transformaron.
“Hubo carros muy especiales, propuestas muy especiales en los años 90, 92, 93, un poco atrevidos, proponíamos cosas no tan convencionales, tan decorativas.
Los gigantes del Carnaval
Cada vez más contagiado del puerto, compenetrado con su ánimo bullanguero, el entusiasmo y el gusto por las sorpresa que tanto adora el pata salada, González Neri estaba por crear uno de los sellos inequívocos que anuncian de forma desbordada que la fiesta ya está cerca: los Monigotes.
“Se hacían algunas cosas, simples, sin mucho diseño. Arlequines un poco grotescos, y poco a poco intervenimos; en una ocasión hicimos unos diseños de unos alebrijes que impactaron mucho abriendo el colorido del carnaval, no eran bonitos pero  tenían un sentido plástico, unos los criticaban a otros les gustaban, y fuimos evolucionando con técnicas diferentes, con materiales nuevos;  el mayor impacto  se dio a partir de la Serie del Caribe, en 2005, CULTURA escogió la temática en base a figuras plásticas diseñadas por Antonio López Sáenz, beisbolistas y músicos, y eso fue un golpe, fue muy exitoso”.
Desde entonces, esos gigantes de más de 500 kilos, se alzan sobre la arteria más característica  del puerto, y a sus ocho o diez metros de altura, se convierten en faros que dan ideas claras de los temas que arroparán a los seis excesivos y mágicos días del Carnaval de Mazatlán.

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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