Fieles a su devoción por una de las máximas figuras del género regional mexicano, miles de porteños y turistas rodearon el espectacular escenario ubicado justo en el monumento del Venadito para escuchar la avalancha de éxitos de este gigante de la música popular.Para calmar los ánimos de los devotos, Hansel Flores y su Norteño Banda calentaron el ambiente con corridos, baladas y temas tradicionales del norte del país al tiempo que alentaban al monstruo de las mil cabezas a brindar y corear por el ídolo de Chiapas que construyó su voz y estilo en la Perla del Pacífico.
Entre gritos ensordecedores, Julión subió a lo alto del escenario y allí, con el emblemático Venadito como un amuleto gigante, desgranó uno a uno los temas que le han ganado el cielo de los más grandes escenarios México, Estados Unidos y América Latina.
“El ausente”, “Soy lo que quiero”, “La madrugada”, “Y tú”, “A donde quiera que vaya”, “El bombón”, “Olvídame” fueron entonados por más de 25 mil gargantas en un concierto que se prolongó hasta la madrugada del martes con hombres, mujeres y niños de todas las edades dispuestos a celebrar su fiesta máxima a tope.
A fuerza pulmones, agallas y amor a su gente, Julión Álvarez y Su Norteño Banda retrataron el alma de Mazatlán, Sinaloa y de todo México en temas como “En la frontera” y “La diferencia”, del maestro Juan Gabriel; “Árboles de la barranca”, en honor a “El Coyote”; “Cumbia de Santa María”, de Pancho Barraza; “Cómo iba yo a saber”, de Banda El Recodo o “Mi mayor anhelo”, de Alex Ojeda, para rendir tributo a quienes han abierto camino para él y muchos otros.
En casi tres horas, los músicos desplegaron un carnaval de ritmos que del norteño a la banda, del rock a la salsa, la cumbia, el pop o el soul armaron una verdadera fiesta con Julión como un hechicero que en base a su sencillez, carisma y potencia hizo que el público agitara las manos, creara un bosque de luces con sus celulares e incluso se rindiera ante el nobel talento de una pequeñita que lo acompañó en el tema “Yo era el amor de tu vida”.
Entre amigos y colegas, el cantante tocó fuerte el alma de la tierra que lo vio crecer y consolidarse como artista con “La María”, “Las mulas de moreno” y “Terrenal” que desde el Escudo de Mazatlán, en la playa de Olas Altas y el Cerro de la Nevería celebró diez años de éxito, un Julión Álvarez que, en sus propias palabras, se encontraba feliz y orgulloso de dejar su huella con amor, bravura, alegría y alma en la historia de la máxima fiesta del Puerto.