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Bajo la dirección escénica de Esteban Rogel, los cuatro cantantes crearon una atmósfera extraña en donde convivieron el humor, la elegancia, el carácter bravío, el amor, el desamor y la fuerza de la identidad norteña en un evento lleno de color organizado por el Instituto de Cultura de Mazatlán.Pasando de lo teatral a lo musical, los artistas abrieron sus espectáculo a la manera de una pequeña presentación en la que el público se encontraba en una cantina, con dos cantantes de ópera (Echeagaray y Velázquez) que carecían de un acompañamiento musical y que encontraron en un organista de bar (Coyol) a alguien que dominaba temas como “Largo al factótum” y “O sole mío” y que, además sabía cantar; y, por si fuera poco el dueño del lugar… ¡resultó poseer una potente voz de bajo!
Una vez rota la solemnidad y protocolos de toda presentación operística faltaba la cereza del pastel: un grupo norteño que irrumpió en el lugar y que luego de una serie de discusiones terminaron por armar una fusión inusitada.
“Tragos de amargo licor” de Ramón Ayala, inició una potente y emotiva roda en la voz del mazatleco Jorge Echeagaray. Después, el chihuahuense Carlos Velázquez demostró su potencia bocal y carisma en “Renunciación” y Héctor Coyol pondría la nota emotiva en “Me refiero a ti”, de “Los Invasores de Nuevo León” y Ezequiel Cervantes puso cerró con broche de oro con “La puerta negra”, de Los Tigres del Norte.
“Prenda Querida”, “La Mesa del Rincón”, “A mí que me lleve el diablo”, “No hay Novedad” aumentaron la nostalgia y la fuerza emotiva de estos temas “para cortarse la venas” llevaron a los gritos, aplausos y las arengas de los músicos que desde la tarola, contrabajo, bajo sexto y acordeón ponían en acento norteño a la tarde.   
Después de que Carlos Velázquez cantara al oído de una dama del público el clásico “No volveré”, de Manuel Esperón, llegó el final de espectáculo con un popurrí norteño: “El corrido de Chihuahua” (Velázquez), “El Corrido de Monterrey” (Coyol) y “El corrido de Mazatlán” (Echeagaray) y las notas finales llegaron con “El sinaloense” para dejar picada a la raza en Casa Haas con el grito de “¡otra-otra-otra!”
 
 

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