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El lobby del Teatro Ángela Peralta derramó la calidez, la alegría y la fe que la Navidad entraña con una colorida atmósfera con luces y pinos navideños que tuvo como centro a Santa Claus y a su esposa, quienes se tomaron fotografías con niños de todas las edades como antesala al espectáculo artístico.Tan pronto subió el telón, la música, las veladoras, las flores de nochebuena, el colorido de los vestuarios y el entusiasmo de los artistas desataron el poder que la parafernalia navideña ha grabado en los corazones a través de generaciones: la infancia, la unión familiar, la conciencia de un año más que llega a su fin, el regocijo de la amistad y la ilusión de un mundo mejor.
La Camerata Mazatlán, bajo la dirección de Percival Álvarez; el Coro Ángela Peralta, dirigido por el maestro Antonio González; el Coro Infantil del Instituto de Cultura de Mazatlán, coordinado por Mariela Angulo; la Compañía de Danza de Mazatlán y la Escuela Municipal de Ballet Clásico, dirigidos por los maestros Zoila Fernández y Guillermo Carrillo fueron los pilares de un espectáculo que transcurrió con agilidad y que momentos de elegancia, candor, ternura, romance, extravagancia y solemnidad.
“Come All ye children singing”m “Oh, come, all ye faithful”, “The secret of Christmas, from say one for me”, establecieron los tonos dominaron durante la velada: regocijo, calidez y parsimonia, elementos naturales de la tradición anglosajona que permitieron que el público conociera los fundamentos y orígenes históricos-culturales de la Navidad que se han diseminado por todo el planeta.
El contraste, los villancicos de España, Rusia, Cuba y América Latina dibujaron una celebración de carácter universal en la que razas, colores, sonidos, ideologías y tradiciones comparten ideales y los transforman e interpretan según sus temperamentos: la algarabía y fuerza de la raza negra, la sensualidad ibérica, el vigor ruso y la delicadeza latina llenaron de matices al teatro.
Además, la poderosa interpretación de “Santa Claus is coming to town” a ritmo de big band y la sorpresiva aparición de una horda de “Santas” que descendieron por los balcones del teatro detonaron las risas, la sorpresa y el desparpajo en chicos y grandes que no cabían en sus asientos de tanta emoción.
En la parte final del

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