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A las 22:00 horas de este miércoles 1 de Noviembre, su hija Lupita Infante subió al quiosco de la Plazuela Machado para recibir doble reconocimiento: para su padre y para ella, por preservar el recuerdo y el legado artístico de una de las figuras más destacadas de la música,  el cine y la televisión mexicana.Las distinciones fueron entregadas por el Director General del Instituto de Cultura de Mazatlán, Raúl Rico González, quien reconoció la grandeza del artista mazatleco  emigrado a la Ciudad de México pero que “nunca perdió su oriundez…nunca dejó de pertenecernos”, dijo.
Emocionada, Lupita Infante agradeció el homenaje de los mazatlecos que se volcaron en las remozadas calles del Viejo Mazatlán e hicieron palpitar con fuerza el corazón del Centro Histórico al rendir honores al sinaloense que alcanzó la fama gracias a su sencillez y sus sobradas dotes artísticas.
La callejoneada
Previo a la entrega de los reconocimientos a la familia de Pedro Infante, se realizó la tradicional Callejoneada de Día de Muertos organizada por el Instituto de Cultura de Mazatlán, que logró convocar alrededor de 10 mil personas.   A las 20:00 horas inició el recorrido junto a la Machado. Un cohete explotó en las alturas y comenzó la fiesta.
Abundante, impetuosa la corriente humana entre la que destacó la presencia de los candidatos a los reinados del Carnaval,  avanzó entre las delgadas arterias del Centro Histórico que lució un  nuevo rostro, paredes y palmeras iluminadas.
Al frente de la marabunta de mazatlecos, turistas nacionales, estadounidenses y canadienses, una calavera monumental parecía flotar entre la muchedumbre;  la Dama de los Cuervos llamó la atención entre las catrinas.   Flanqueada por sus escudos del inframundo y sus negros cuervos, el personaje de enigmática mirada y porte erguido, encabezó la procesión que fluyó sin contratiempo al ritmo de la música de banda, el contagioso sonido de la batucada, calaveras gigantes con movimientos articulados creadas por Jorge González Neri, alegres comparsas y los infaltables tarritos cerveceros.  
Entre gritos de ¡otra…otra! y ante la mirada penetrante de las calaveras el gentío bailador,   pedía más música a las bandas y más líquido ambarino  a quienes regalaron cerveza de barril durante todo el trayecto.
Entre los vericuetos del Viejo Mazatlán los escenarios encendieron sus luces y fluyó el talento de l

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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