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Un monólogo fuerte y una actuación poderosa, una escenografía simple y un personaje complejo que cuenta una dramática experiencia haciéndola ver lúdica y alegre, el público viaja por mar y tierra de la mano de Felícitos que narra con absoluto poder descriptivo el anhelo de tener un título laboral, un reconocimiento, respeto en el microcosmos de un barco pesquero.

El monólogo cita lugares, música, costumbres, conductas, a través de una lingüística local que para propios y extraños al tema los involucra individual y familiarmente.

Al término de la función presentada el 6 de septiembre en Casa Haas, el actor Alfredo Vergara contó cómo se construyó el monólogo “Entre pavos y guajolotes”.

¿La conexión que establece usted con el público es a través de una historia que parte de cuando Felícitos decide embarcarse para trabajar, que nos cuenta usted de esto?

´”Es un trabajo que hemos venido desarrollando con el Mtro. Ernesto Trejo, escritor y director del montaje, un montaje que nos ha costado tiempo y sudor, yo no era el actor que lo iba a interpretar, este monólogo lo escribió para otro compañero que se embarcó y al embarcarse por la necesidad de lo que derivó la pandemia, este compañero viene y le cuenta algunas anécdotas al maestro Trejo, en ese texto también hay anécdotas de amigos que conocimos que fueron ‘pavos’ y que en este trabajo de investigación conocimos personas que fueron ‘pavos’ y que se fueron desarrollando y creciendo profesionalmente en un barco hasta llegar a ser cocineros”.

Literal, en una cantina tomándonos unas chelas para poder percibir justamente los gestos, la cara, ese dolor de recordar lo que ellos han sufrido pero que no les queda de otra porque es lo que saben hacer, es un trabajo que tardamos ocho meses ensayando, hicimos un poquito de química y pues es el resultado.

“Me gusta mucho el personaje, de hecho, es un personaje homosexual, el Mtro. Ernesto Trejo cuidó muy detalladamente esta cuestión de que no me fuera al extremo, haciendo una burla o una caricatura de un personaje homosexual sino algo muy aterrizado, muy real, lo disfruto mucho precisamente porque a pesar de que tengo libertad de construir, de improvisar, es un personaje muy contenido, con mucha contención emocional”.

Me parece que es un monólogo que nos hace valorar, nuestra integridad, nuestra humanidad ante todo, Felícitos menciona a la familia, a la Virgen de la Puntilla, al amor, esos elementos que componen la vida ¿Qué sigue usted explorando en esos momentos de fragilidad durante el monólogo?.

-Yo como actor hice un poco la psicología del personaje junto con el Mtro. Trejo, llegué a la conclusión incluso de la vestimenta de que el maestro me decía: “Es que es una persona muy cuidadoso de los detalles” , le dije, sí, pero los detalles no están en lo impecable, en lo blanco, en lo negro, para mi Felícitos es una persona que tiene esa fragilidad humana por lo que ha vivido, y por eso el usa amuletos, protección, es una persona de fe, es una persona de familia también, y por eso cuando habla de que unos de los motivos por lo que él resiste allá arriba es pensar mucho en su familia.

Es como llevar una carga que él no debe cargar, porque no es la persona que debe llevar sustento a su casa, y de esa fragilidad, desde ese punto de vista, surge esa fragilidad. ¿Cuántos muchachos de familias de bajos recursos, de familias numerosas sueñan con embarcarse para ganar bien? porque los pavos, los marineros, los pescadores, ganan bien, pero no saben lo que les va a destruir por dentro, porque se van a enfrentar a otro mundo muy diferente allá arriba.
Cuando yo hablaba con estos cocineros en la cantina, me explicaban, hay violaciones, hay un montón de cosas, esa es la cuestión de la que yo le hablaba al Mtro. Trejo; no puede ser una persona con el aspecto de que no es frágil, cuando en realidad lo es, es un poco loco en su vestimenta, ¡él es Felícitos!, es inconfundible.

Éste artículo fue publicado en Prensa. .

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